domingo, 11 de mayo de 2008

Me diste un beso aquel día


Me diste un beso aquel día

Y el sol en la luna se tornó

La estrella más lejana que existía

Se posó por un rato en mi balcón.

 La noche que cayó no era clara.

 Las nubes comenzaron a acechar.

Unas lenguas viperinas y macabras

Escuchaban tras la puerta mi llegar.

Escondí como pude mis deseos.

La mirada y mis manos al hablar.

Esta voz que se vuelve quebradiza

Y mi boca sin dejarme respirar.

Y los fuegos más calientes de la tierra

En mi puerta se plantaron a esperar,

Me juraron no marcharse de mi vida

Y quemarme para siempre sin piedad.

Ahora vago por el mundo de los muertos,

Por aquel beso que nunca debí dar.

Pero en aquella mañana tan fría

 Si volviera a vivir…
¡Te volvería a besar!

 

Encarna Recio Blanco.




Hay un vago rumor de tinieblas




 Hay vago rumor de tinieblas

Que en mi vida siempre anda acechando,

Que remueve la sangre de mis venas

Y que parte mi camino hacia dos bandos.

 

Hoy mi mente no quiere fantasías.

La realidad es más sutil que el llanto.

La verdad se impone sin medida

Entre el negro amanecer de tus encantos.

 

¡Porque mi Dios quisiste que le amara!

¡Porqué de este dolor que estoy sintiendo!

El destino ha emitido su sentencia

Yo siento su  calor aquí en mis dedos.

 

El valor de las leyendas y los cuentos

Las canciones y sus letras se resbalan

Y se encierra en mi garganta un deseo

Que no es otro, que vivir siempre en su calma.

 

Bajaremos de éste lado la bandera

Y hundiremos nuestra historia en el olvido.

Aunque por un rato quisiera ser sincera

Y jurarte que sin ti, no habré vivido.

 

Encarna Recio Blanco.

 


sábado, 10 de mayo de 2008

Cuando me haya sumergido



Cuando me haya sumergido en el olvido

Cuando me haya diluido en agua y sal

Cuando sea un trozo de lo que has vivido

Y todo  lo que  tú quieras recordar.

 Cuando el tiempo ya no sea el enemigo

Invencible porque no aguanta un farol

Cuando ya no exista nada decisivo

Ni una sola estupidez que discutir entre los dos.

 Cuando sople el huracán y te arrastre hasta gritar

No te asustes porque estoy detrás de ti.

Aunque no me puedas ver…

Piensa en mí y allí estaré.

Cuando apriete con violencia el vendaval

Asustando al huracán.

Cuando tengas caducadas mis urgencias

Cuando queden mis zapatos sin usar.

Cuando ya no encuentres restos de cenizas

Ni mi ropa sin guardar.

Cuando  no resuenen más mis maldiciones

Y mi risa y mi llanto galopar.

Aunque no vuelvas a ver mis intenciones

De jugar a ser feliz  cada día  un poco más.

Cuando sople la ventisca y te arrastre hasta gritar

No te asustes porque estoy detrás de ti

 Aunque no me puedas ver piensa en mí…

Y allí estaré.

 

Encarna Recio Blanco.





viernes, 9 de mayo de 2008

Antes cuando escribía



Antes cuando escribía, las palabras me salían

A borbotones del alma. De repente se secaron

Mi voz con aquellas ganas y mis folios quedaron

 Como los peces sin agua.

 Se fueron de vacaciones las musas que me inspiraban

Los versos más amorosos y también las madrugadas.

Así es que solté mi pluma, y la guarde en un cajón

Y desde aquella ventana veía salir el sol

Esperando a que volvieran las musas a mi balcón.

¿No entendía su tardanza se habían ido sin mi?

Muy dolida y enfadada salí corriendo de allí

Mi pluma en aquella caja, los folios sin estrenar,

La tinta ya se secaba y yo,  sin querer mirar.

Un día mientras dormía, un canto me despertó

Me levanté de la cama de un salto, y el corazón

Me latía tan deprisa, que no escuché la canción

Y vi en cima de la mesa unos folios sin abrir

Mi pluma estaba ya fuera, llena de tinta la vi

Y sin más explicaciones, de nuevo pude escribir

Porque la fuerza del alma cuando la inspire el sentir

También son amigos míos las ganas…

 ¡Que tengamos de vivir!

 

Encarna Recio Blanco.






jueves, 8 de mayo de 2008

Llegabas cansado y absorto


Llegabas cansado y absorto

Con vacilantes pensamientos

Sopesando tu amor y los despojos

Cuando antaño brilló tu corazón.

 

Venias con palabras de cariño

A envolverme de ternura y de pasión

El momento, el mar y los altillos

Que de noche se ven en mi balcón.

 

Yo te miré y en mis ojos

Percibiste una nota de dolor

Fuè más fuerte la guerra y el enojo

Que el amor y la paz, que sentí yo.

 

Ni siquiera nos dijimos dos palabras

Y la vuelta de tus pasos escuché

Comprendí que no volvería a verte

Y que mi amor se aniquiló.

 

A veces, dos líneas que convergen

Surcan el Cielo en recto amanecer

Y que por rabia, rencor y otras cosas

Las dejamos marchar sin compasión.


Encarna Recio Blanco.




martes, 6 de mayo de 2008

Te llamaré una tarde


Te llamaré una tarde por si puedes hablar

Quizás en esa tarde yo tenga un compromiso

Y tal vez al llegar a mi puerta llamar

 Para poder entrar, me pedirás permiso.

 

 Qué gusto me daría poder decirte ¡No!

Hoy ya tengo tiempo, pero si verme ahora

Es tu necesidad…espera fuera un rato

Por si te hago un hueco.

 

Aléjate del todo, no vuelvas a llamar

Me duele por demás tu gran indiferencia

 Y ya ves, ante tanto dolor y vaguedad

Me tengo que callar mordiéndome la lengua.

 

Pero ya volverás, mi amor te dejó un hueco

Difícil de llenar, procura que ése tiempo

 No te transcurra en balde

Y piensa las disculpas que luego me darás.

 

Te llamaré una tarde por si puedes hablar

Pero te juro…y juro sin omitir verdad

Que aunque me quede sola para poder entrar…

¡Me pedirás permiso!

 

Encarna Recio Blanco.