martes, 29 de diciembre de 2015

Ya no me quedan esperas ni llegadas


Ya no me quedan esperas ni llegadas.

Ni farolas mohosas ni posadas.

Ni desiertos de arenas donde enterrarlas.

Tengo las fuerzas desgastadas de tanto usarlas,

En la tremenda porfía de mis esperanzas.

Ya sólo quiero dormir con la Paz abrazada.

 Estoy  muy cansada, muy cansada…

¡De tantas batallas!

 

Encarna Recio Blanco.





viernes, 25 de diciembre de 2015

La tarde otoñal languidecía


La tarde otoñal languidecía, con ese color amarillento que adormece, iba despistada y a nadie veía. Unas campanas  en la iglesia me sobresaltaron, y al alzar la vista te vi, venias caminando con pasos trémulos, te acercabas, no me lo creía, fueron tantos años de ausencia, no podía ser,¿ Estaría soñando?

 Quise correr, esconderme, fulminarme, evaporarme, pero frente a mí, tus pasos se detuvieron. Todos los recuerdos de pronto llegaron a mi mente, tus ojos altivos de arriba abajo me examinaron, con una sarcástica sonrisa me dijo: ¿Cómo estás? ¿Tú qué crees? le  dije con una sonrisa diabólica en mi boca.

 Se torno la tarde en ese instante en duda, espanto, guerra, fuego, se llenó de lluvia, de llanto, de sueños dormidos, que se despertaron.

 Sus ojos, aquellos ojos que tantas veces besé mientras dormía me desnudaron, y un escalofrió  recorrió mi cuerpo que estaba temblando. Este cuerpo que fue suyo tantas veces, ahora cual lirio trasnochado, quería estar sereno, pero sin lograrlo.

 Tú cual ladrón robando, entrabas en mi vida nuevamente, sin pedir permiso, como en  aquellos años, y como un volcán que estaba sangrando, se desparramaron, los minutos, los  días, los años, que fueron mi sueño y mi engaño.

 Le miré a los ojos, sin que él notara mi gran sobresalto, dibujé una mueca  llena de sarcasmo, era mi antifaz, y empecé a actuar en esta comedia, que terminó siendo drama y que él había empezado.

 Te vi, sin sentirte, me hiciste tanto daño, que ahora soy yo la que le digo: Sigue tu camino, el mío, está ocupado.

Encarna Recio Blanco.





sábado, 19 de diciembre de 2015

¡Silencio…silencio…silencio!


 ¡Silencio…silencio…silencio!

Que calle el mundo un momento

Que está a punto de nacer un niño…

¡Que  ya está naciendo!!!

La luz del Cielo baja

La nieve  se cuajó

La estrella guía a los Magos

Oro, incienso y mirra en el zurrón.

Van a adorar a un niño

Que entre pajas sonríe

Aún sabiendo que le espera

El martirio de una cruz.

En bandadas los Ángeles

Entre estrellas y luceros

Se afanan para adorar

Al Rey de los Cielos.

Alrededor de unos troncos

De unos encendidos robles

Los pastores se apiñan

Con zambombas y tambores.

En los nudosos rediles

Las ovejitas se esconden

Detrás del frío portal

Beben nieve y piensan, que comen.

La noche huele a romero

La luna  derrama pureza por el sendero

Y la tierra en un instante…

De Paz está floreciendo.

Desde mis ventanas

Veía mil lucecitas

Y eran las estrellas

Que estaban loquitas.

Brillaban… brillaban

Corrían veloz

Muy contenta gritaba:

¡Ha nacido Dios!

¡Hosanna en las alturas!

El Niño nos llegó

Que cante el Mundo entero

Un villancico de amor.

Vengo de la Extremadura

De la Extremadura vengo

Y al niño Jesús le traigo

Mis poesías en un cesto.

Gloria a Dios en las alturas,

Paz en la tierra a los hombres.

Dios ha nacido en Belén

En esta dichosa noche.

Un niño recién nacido,

Que Hombre y Dios…

Tiene por nombre.

 

Encarna Recio Blanco.





viernes, 6 de noviembre de 2015

Tu aroma aletea...

 


Tu aroma aletea

Por los acantilados de mi cuerpo

Tus sonrisas quedaron

Entre las olas de aquel mar sereno.

Tu perfume  me envuelve

En la fuerza de tus brazos

Y la canción  que muy juntos

 En el alba bailamos.

Ahora el silencio me acuna

En esa ausencia sin palabras

Sin idas y sin venidas

Por la calle de las ánimas.

Sentimientos encontrados

Que se habían perdido

Volvieron de repente

Sin pedir permiso.

La razón se impone

A la locura de unas horas

Saboreando me quedo…

Solo con tu aroma.


 Encarna Recio Blanco.



jueves, 5 de noviembre de 2015

En tu alcoba llena de soledades(Maltrato)


En tu alcoba llena de soledades el miedo se apoderó de ti al verlo aparecer.

De su aliento, el alcohol se entremezclaba, con la furia de sus ojos al placer.

 Te  sometió a su antojo cual un león, hambriento que hincaba sus quijadas

En los pétalos de seda de tu cara.

 Muertes anónimas y sin rostros, en tu habitación moraron otra vez.

Dardos y espinas punzantes se clavaban  en tu carne, una y, otra vez.

 Un lecho lleno de muerte y tú, sin poder abandonar el campo de batalla.

En tus adentros resonaban tristes palabras que decían:

¡La muerte quizás llegue mañana!

 Volvían los miedos, los fantasmas, y la Paz se fue ya de tu casa

Donde se hospedaron para siempre los negros fantasmas.

 El humo de su crueldad cegaba siempre tu mirada, que ardía

 Incandescente en los borde de tu cama, con el filo de su espada.

 Siempre acumulando angustias y derrotas.

No volvió aparecer el sol por tus ventanas, golpe tras golpes  hacían,

Que siempre hubiera fuego en tu alma.

 Lágrima a lágrima ibas llenando un mar que revuelto siempre estaba.

Con  tu silencio cual trampa, adosado a tus espaldas.

 Confundida, indefensa y temerosa, te perdiste por el camino del miedo,

Buscando una mano amiga, con la vergüenza por mochila.

 Aquel Cielo azul se llenó de nubarrones y las tormentas no cesaban.

Ya no volvió aparecer el arco iris en tus mañanas.

 ¡Domina tus miedos Mujer! Escapa de esas manos asesinas.

Confundiendo el amor con posesión lacerando tú autoestima.

 Aquí está mi voz…mis manos, mis palabras que son gritos

Y la de todas las mujeres del Mundo, para solidarizarnos con vosotras.

 Para que todas algún día podáis ganarle la batalla a miedo

Y la  derrota.

 Encarna Recio Blanco.




miércoles, 28 de octubre de 2015

En el silencio de mi implacable soledad...


En el silencio de mi implacable soledad...

Cada noche me disperso, sin saber a ciencia cierta,

Si vivo, o si muero.

 La calle huele a estopa y paja podrida.

A mujeres  preñadas y maltratadas.

 A delincuentes de alto rango que portan

Tarjetas muy negras en sus sucias manos.

 Huele  hipoclorito y el agua nos amarga.

A  hombres con la peste y con trajes de marca.

 

¡Qué pena  Señor, qué pena!

No tener un buen desinfectante para eliminarlos

 ¡Para siempre de la faz de la tierra!

 El virus de los sinvergüenzas, corruptos y dañinos

Nos atacan

Sin que ellos no tengan un atisbo de compasión

 En sus acciones y palabras.

 Agrediendo a enfermos que postrados, se debaten

Entre la muerte y la vida, para salir de tan negra batalla.

Huele a corrupción, a saqueo, a bandidos que atracan

A los más humildes, desoyendo sus  voces que claman

Que se haga justicia

De una vez por todas,y metan entre rejas

A los que roban, a mano armada.

 Huele por la calle a seres amordazados

En la cárceles de la desconfianza.

 A togas mohosas y compradas.

A niños y ancianos sin derechos sociales

Sin esperanzas.

 Y aunque no quiero contagiarme…

No quiero ni puedo, taparme la boca.

 Sigo en la contienda…para ver si de una vez por todas,

Se acaben las injusticias que nos asolan.

 

Encarna Recio Blanco.




 

miércoles, 21 de octubre de 2015

Era una noche cualquiera

 

Era una noche cualquiera

Sin tormentas y con luna

Cuando salí de mi casa

Entre la  rosa y la espina.

 

Yo pasé por tus portales

Para ver si te veía

Con una vara de nardos

Y en mi pecho golondrinas.

 

La calle estaba desierta

Los becerros no se oían

En los tejados los gatos

 En  amor se debatían.

 

Desde la cercana charca

Los renacuajos  reían

 Y un farol parpadeante

Iluminaba la esquina.

 

Me sobresaltó el cantar

De  un mozuelo en la otra orilla

Que también muerto de amores

 Cantaba a su prometida.

 

Tres vueltas le di a tu calle

Para ver si te veía…

Tu puerta estaba cerrada

 Pero sentí que me veías.

 

Unas viejas solitarias

Con su paz de cementerio

Rezaban a coro juntas

Letanías y misterios.

 

Descorrieron los visillos

Cuando me vieron pasar

Para ver si entraba en tu casa

Y  poder murmurar.

 

Unas campanadas tocaron

En la torre de la ermita

Que me parecieron tristes

Y recé un Ave María.

 

Tres vueltas le di a tu calle

Para ver si te veía.

 

Encarna Recio Blanco.