lunes, 28 de noviembre de 2022

Estoy pensando...


Estoy pensando

A estas horas

Si irme a la cama

O coger la escoba.

 Estoy sintiendo

A estas horas

Que tengo hambre

De tu sombra.

 Estoy notando ahora

Que faltan en mi cuerpo

Calenturas  

De las tuyas.

Estoy  barajando

A estas horas

Si  seguir con el máster

O licenciarme en soñadora

 Estoy cavilando a estas

Altas  horas

Si me falta tu amor

O me sobra.

 

Encarna Recio Blanco.



sábado, 26 de noviembre de 2022

Tristes guerras…


Tristes guerras…

Cada día un sobresalto

Niños de teta muriendo

Entre el plomo y el asfalto.

 Naciones  de todo el mundo

En conflictos deliberan

Sin pensar en los seres humanos

Que perecen en la guerra.

 Piensan solo en el poder

Sin corazón ni conciencia,

De aquellos que resignados 

Acatan sus condenas.

 Abriendo puertas al hambre

Y cerrando las fronteras.

Como si no fueran hijos

De ese Dios que ellos reniegan.

Tristes guerras nos acucian.

Sangre y miseria nos velan.

Plomo y sangre se conjugan

Hoy en la faz de la tierra.


 Encarna Recio Blanco.


viernes, 25 de noviembre de 2022

Esperando a la esperanza...


Esperando a la esperanza

Mi tiempo está dividido

Teniendo tanta hambre

Me sacio con tus suspiros.

Mi alma me la robaste

Mi corazón te  lo di

No puse precio a mi cama

Pero a ti te la vendí.

Comprar lo que no se vende

Querer a quien no me ama

Y entender a cada instante

Lo fría que esta mi cama.

 Cuando no estás en ella

Se retuercen mis entrañas

Se aviva mi pena al saber

Que es ella quien te acompaña.

 Casada estando soltera

Amando sin ser amada

Queriendo ser más honesta

Que el papel que desempeña.

Partiendo si llegar a nada

Queda el tiempo dividido

Pienso en lo que he ganado

Y olvido lo que he perdido.

Tan extraña profecía

Pesa más en mis espaldas

Que este alma que las guía

Hasta tu dulce morada.

 

Encarna Recio Blanco.



miércoles, 23 de noviembre de 2022

Vendo un suspiro quebrado...


Vendo un suspiro quebrado

Que se ahoga en mi garganta

Y una lagrima que se desliza

Asustada por mi cara.

 Un pañuelo blanco de seda

Que me regaló un truhán

Con el que limpié su alma

Negra de tanto agraviar.

 Un anillos de pedida

Con el que me iba a casar

Y resultó que aquel sinvergüenza

Me dio plantón ante el altar.

 Vendo unos libros mohosos

De amores y fantasías…

Porque ya tengo bastante

Con las mías.

También vendo un ramillete

De flores que están marchitas

Porque al verlas me parece

Que la vejez tengo encima.

Vendo poemas caducos

Una pluma ya sin tinta

Y la corona de espina que llevo

De mi cabeza prendida.

Una maleta sin fondo

Un tarro de purpurina

Y unos tacones torcidos

Que tantas durezas me hacían.

Vendo un collar de amatista

Los pendientes de una tía

Y una pulsera de perlas

Que me regaló una enemiga.

Mañana sacaré otro lote

Del diván de las desdichas

Muy rebajados de precio

Para ver si  puedo irme…

¡Al paraíso de las delicias!

 

Encarna Recio Blanco.


 

sábado, 12 de noviembre de 2022

Cartas de amor.


Mis días empezaron desde el mismo momento que ella apareció en  mi vida.

Aquella tarde, la vi sentada en el banco de aquel jardín, era rubia como los chorros del oro, sus ojos, se perdían por el frondoso parque que emanaba perfumes y que se mezclaban con el canto de unos pajarillos, que aleteaban a nuestro alrededor.

 Ella me veía llegar, pero se hizo la despistada, siguió con una sonrisa tenue en sus labios, me senté junto a ella y la dije, un simple bueno tardes, me contestó con una voz dulce y melosa que me recordaban, a las clarisas de mi colegio.

 Hablamos de cosas triviales, lo normal cuando dos desconocidos se encuentran, pero había algo en aquellos ojos, que me envolvían, cuando ya se hacía tarde  y nos despedimos, no sin antes, acordar  que nos veríamos al día siguiente en el mismo lugar, en aquel jardín.  Mi reloj  perdió sus manecillas como yo perdí  la sensatez que solía regir mi vida.

Desde aquel día, su belleza, su locura, su alegría inundó mi espíritu y me enamoré perdidamente de ella, mi vida cambio dando un giro y me enredé a ella como una planta que se abraza al árbol más cercano.

 Ella era mi vida, la ternura, la pasión, el temor, el aroma, la lujuria  y todas esas virtudes que tiene la vida, y que a veces, olvidamos por otras, no tan gratas.

 Me enseñó el valor de una promesa, el verdadero amor, ese que nunca muere, la complicidad, la pasión que nunca había tenido en mis noches.

 Sé que no puede ser mía, pero también sé, que la amo y que no encuentro el motivo, ni  la razón, ni la causa, para dejar de hacerlo.

 Si de verdad llegara esta carta a ese ángel que ilumina las noches de los perdidos, le pediría que le diga que nunca, aunque estemos lejos el uno del otro,

la olvidaré, ni el silencio, ni en las lagrimas, ni esta injusta sociedad donde está penado querer, a dos personas a la vez , nada ni nadie arrancarán las cadenas que nos unen a ella, y a mí.

 Dicen que el amor se idealiza cuando se pierde, pero yo sé a ciencia cierta, que mis días empezaron y terminaron  desde aquel día que la conocí.

 

Encarna Recio Blanco.




jueves, 3 de noviembre de 2022

Madre…Aquella madrugada era muy fría.


Madre…

Aquella madrugada era muy fría

La escarcha paralizaba tu alma y la mía.

Decidí volar muy alto por el ancho Cielo

Cual paloma mensajera sin  miedo.

 Buscaba un mundo donde  poder esparcir

Los buenos sentimientos que sembraste en mí.

Aquí estoy...

Crecí de prisa siempre seguí tus consejos

Con el Recio coraje y tú Blanco empeño.

Hoy sabes a ciencia cierta que equilibré mis raíces

Siempre por los buenos caminos que me imbuiste.

¡Cuántas noches a solas lloré tu ausencia!

¡Horas que no acababan largas y espesas!         

 Los hijos que no tuve, los nietos que no te di

Asignaturas pendientes que siempre irán tras de mí.

Muchos años han pasado y sigo necesitando

 Como cuando era una niña tus abrazos.

 Oigo tu voz y te veo en tu butaca sentada

Y me acurruco a tu lado como si fuera una colegiala.

Cuantas heridas callé a lo largo de mi vida

Y tú cuantas me has velado cuando nadie te veía.

 ¡Madre!  

 En mi último libro, parto de mi alma

Quiero dedicarte  mis palabras.

Siempre supiste que eras la dueña

De mi vida, de mi corazón y de mi alma.

 (“Atardeceres de fuego”)


 Encarna Recio Blanco.