domingo, 27 de mayo de 2018

Quiero tener abierto...


Quiero tener abierto el río de mis deseos.

Que tu cuerpo y mi cuerpo  naveguen

Jadeantes en nuestras noches  de fiebres

Y de celos.

 Está abierto mi puerto, mi cuerpo te espera,

Y espera que la simiente fecunde en mi campo.

Está mi piel caliente abrazando tu recuerdo.

En la noche te espero galopando con mis ansias

 Que arden en silencio.

Quiero tenerte abierta el alma, cobijarte muy dentro.

Acúnate en  mis labios, que te esperan fieros.

Quiero tenerte el corazón de par en par…

¡Entra mi amor que te espero!

No hagas más larga esta agonía

Que me mata por dentro.

…Y cuando  nos llegue el alba abrazada

Tu cuerpo a mi cuerpo…sentiremos la alegría

 Del germen, que está naciendo.

 

 Encarna Recio Blanco.





Hablaron de mujeres...


Hablaron de mujeres y traiciones

Se fueron consumiendo las botellas.

Pidieron que cantara mis canciones

Y yo canté unas dos, en contra de ellas.

Más de pronto, se acercaba un caballero.

Su pelo ya pintaba algunas canas

Me dijo; le suplico compañero que no hable

En mi presencia de las damas.

Le dije que nosotros simplemente

Hablamos de lo mal que nos pagaron,

Que si alguien opinaba diferente,

Seria porque jamás lo traicionaron.

Me dijo, yo soy uno de los seres

Que más ha soportado los fracasos,

Y siempre me dejaron las mujeres llorando

 Y con el alma hecha pedazos.

 Más nunca les reprocho mis heridas.

Se tiene que sufrir cuando se ama.

Las horas más hermosas de mi vida

Las he pasado al lado de una dama.

V. Fernández

 

Encarna Recio Blanco.




sábado, 26 de mayo de 2018

Siempre pegada a tu muro...


Siempre pegada a tu muro y al filo de tus almenas;

Siempre rondando el castillo de tu amor; siempre sedienta

De una sed mala y amarga de desengaño y arena.

 ¿Por qué te querré tanto? ¿Por qué viniste a mi senda?

¿Quién hizo brillar tus ojos en la noche de mi pena?

 Qué lluvia de mal cariño quiso convertirme en yedra,

Que va creciendo y creciendo pegada a tu primavera.

 ¡Ay, que montaña de amor tengo sobre mi cabeza!

¡Ay, que río de suspiros pasa y pasa por mi lengua!

Yo estaba en mis campos hondos, allí en Castilla la Vieja

Durmiéndome entre molinos y coplas rubias de siega,

Y era mi vida una noria monótona y polvorienta.

Mis hijos venían del campo, con sus camisas abiertas,

Y en el pulso de sus hombros reclinaba mi cabeza.

Así, un día y otro día, allí en Castilla la Vieja...

Una tarde (por los nardos subía la primavera)

Una tarde, vi tu sombra que venía por la senda

Dentro de un traje de pana, tres vueltas de faja negra

Y una voz dura y redonda lo mismo que una pulsera.

 -Buenas tardes, ¿hay trabajo? -Sí-  te dije toda llena

De un escalofrío lento que me sacudió las venas

Y me quitó de encima diez años de vida muerta,

Bordando en mí enagua oscura una rosa dulce y tierna.

-Está bien-  fueron tus gracias, y doblando la chaqueta

Te sentaste a mi lado en el borde de la senda.

Vive este amor de silencio y entre silencio se quema,

En una angustia de horas y en un sigilo de puertas.

El pueblo ya lo murmura en una copla que rueda

Todo el día por el campo y de noche en la taberna.

Dicen que si soy viuda y sacan el muerto a cuestas;

Dicen, que si por mis hijos me debía dar vergüenza...

Dicen, tantas cosas, tantas, que las paredes se llenan

De vidrios y maldiciones y hasta a veces de blasfemias.

 Mi hijo el mayor (veinte años, dulce y moreno), con pena,

Me habló esta mañana: -Madre, ese traje no te sienta,

Ni esas flores, ni ese pelo, ni ese pañuelo de hierbas...

Yo no me atreví a mirarlo, y me sentí muy pequeña,

Como si fuese mi madre la que hablándome estuviera.

-Por nosotros, tú no debes vestirte de esa manera...

 ¡Ay, por vosotros! Os di todo el trigo de mi era;

Todavía de vosotros mi cintura tiene huellas.

¡Sangre mía que anda y vive y a mí me va haciendo vieja!

 ¿Pero es que yo ya no tengo derecho a querer?

 ¿Qué ciega ley  me prohíbe? ¿Que al sol deje mis rosas abiertas?

 ¿Y qué me mire al espejo, y que me vista de fiesta?

¿Y que en mi jardín antiguo florezca la primavera?

 ¡Quiero y quiero y quiero y quiero! Están en flor mis macetas;

Diez ruiseñores heridos cantan amor en mis venas,

 Y me duele la garganta, y está mi voz hecha piedra

De tanto decir: ¡Te quiero como a ninguno quisiera!"

 ¡Ay, qué montaña de amor tengo sobre la cabeza!

¡Ay, qué río de suspiros pasa y pasa por mi lengua!

 ¡Canten, hablen, cuenten, digan, pueblo, niños, hombres, viejas!

¡Que yo de tanto quererle… no sé si estoy viva o muerta!

R. León

 Encarna Recio Blanco.





miércoles, 16 de mayo de 2018

La noche se queda sola...



La noche se queda sola con sus velos de misterios.

Cuerpos sin sueños sucumben en tálamos de hielo.

 Los aullidos de los perros me sobresaltan por el cemento,

Donde mis pasos caminan con rumbo incierto.

 Unas viejas me vigilan detrás de  visillos negros,

Están rezando el rosario, pero al verme, hacen un receso.

 A un ser humano me encuentro tirado, en el frío pavimento,

Con su botella vacía, y el corazón, por los suelos.

 Mi perro acelera el paso, cuando presiente que me acerco,

A decirle que es muy tarde y la escarcha está cayendo.

Me miró con unos ojos tan de pena que  en mis adentros

Sentí miedo al oírle  unas palabras  dolorosas, que reproducir

No puedo.

 Entonces, mi perro empezó a ladrar, como  un alma  

Que el demonio lleva, de un tirón se soltó de mi mano

Y salió corriendo por las aceras.

 ¡La  noche se queda sola!

 Gatos, perros, en revuelo, un  ser humano bebiendo vino

Como si  fuera veneno tirado…en el frío cemento.

 

Encarna Recio Blanco.

 


domingo, 13 de mayo de 2018

Tengo una foto del aire...


Tengo una foto del aire.

Otra del mar bravío

Del cielo azul,

Y de un ángel dormido.

Del azahar y sus perfumes

Con mil gotas de rocío.

De unos ojos con la pena

Y de unos labios sin suspiros.

Otra foto de amargura.

Otra, de recuerdos vivos.

De dos que estaban casados,

Y con distintos caminos.

De montañas y de valles

Con riachuelos cristalinos.

De la pasión y la locura,

De dos amantes perdidos.

¡Otra tenía de la Paz!

¡No sé dónde se ha metido!

Porque la busco y rebusco…

Sin encontrarla en su sitio.

 

Encarna Recio Blanco.




viernes, 11 de mayo de 2018

La actitud positiva -Reflexiones-



La actitud positiva en nuestra vida, es esa coraza invisible que todo ser humano ostenta, pero que no todos, saben cómo utilizar.

Cuantas veces tropezamos en el camino de la vida con la misma piedra amigos, muchas, lo que pasa es que hasta en eso, hay que y tener una actitud positiva.

El que va distraído por una calle cualquiera,  tropieza con la piedra y sigue su camino sin pararse a pensar, en el pequeño tropezón.

El violento, pasa y ve la piedra, la utiliza de arma, para seguir luchando con ella y con todo aquel que le salga al paso, como hizo David matando a Goliat con la piedra en la honda, lo cual significa en este caso, la victoria del pequeño, frente al grande, del desvalido frente al poderoso.

Por el camino del emprendedor, también aparece la piedra, la mira, como si de una joya se tratara, se para ante ella y dice sonriente, la puedo dar uso, vamos a construir con ella, una casa, un jardín, un colegio.

El campesino cansado al verla, suspira de gozo y se sienta en ella, como si fuera el mejor de los tronos.
Miguel Ángel con la piedra hizo con ella, las más preciosas esculturas.

En todos los casos la diferencia no estuvo en la piedra, sino en la actitud del hombre para con ella.

Pues recordar que no hay piedras en vuestro camino que no podáis aprovechar para vuestro crecimiento personal, el anhelo de poder decidir nuestra suerte, con nuestra propia fuerzas y con los elementos, que nos salen por los caminos.


No sé, de donde saqué esta reflexión, si la leí o me la inventé, pero me gustó tanto, que quise compartirlo con todos vosotros.

Encarna Recio Blanco.


martes, 1 de mayo de 2018

Madre


Madre…

Cuantas veces mi pluma sencilla
se calla con miedo se queda sin tinta
y el papel se rompe.

Nunca pude madre estando consciente
hacerte un poema como te mereces.

Fui la oveja negra en redil caliente,
fui la incomprendida, la que quizás no merece
llevar tu apellido Blanco cual la nieve.

Fue tu primer beso promesa, fue tu constancia mi guía,
fueron aquellos cachetes luz para mis negros días.

Fuiste poniendo pontones a mis desvaríos de niña
para que fuera muy limpia, no sólo para ir a la escuela
si no, para ir por la vida.

Un buen día de tu nido voló tu paloma herida
y se fue sola  remontando sendas valles y colinas.

Lejos de ti comprendió porque tantas regañas
el “Ten cuidado! ¡No corras…!
 y ¡Heme aquí con mil heridas!

Ahora me paro y medito, ahora que ya no soy niña,
y me duele el corazón y me duele el alma mía
por no saber si llegué a lo que soñaste un día.

Recordé tanto mi escuela, a mi maestra,
y aquella farmacia fría donde yo, aun tan pequeña,
ya escribía mis poesías.

Poesías que siempre hablaban de lo que desconocía,
de lo que me imaginaba, de lo que después vendría.

¡Al amor pobre de mí! a la vida y era tan niña
y esas cosa que hoy conozco antes que distinta las creía.

Hoy con los años se tornan en realidades tan frías
que te hielan las entrañas que te aterida tus días.

Por eso añoro las cosas madre de cuando era una niña.

Sé que el mundo me enseñó cosas que tus no sabías
y que si las conocías…siempre tú las silenciaste
para no tarar mis días.

Pero como es imposible ir de buenas por la vida,
porque los golpes te hacen abrir los ojos aprisa.

Se endurecieron mis huesos, trabajé como tú hacías
y esquivé las zarzas negras que a mi paso florecían.


Y aquí me tienes, ya hecha casi una mujer prendida
de este mundo más bien malo, con mi alma más bien limpia.

Otra vez madre lo intento, pero ya ves, no es poesía,
fueron suspiros al viento que recoge esta cuartilla.

Otra vez Madre será, cuando mis musas dormidas
despierten… Prometo hacerte Madre…

!La mejor de mis poesías!

Encarna Recio Blanco.