domingo, 31 de mayo de 2020

Este confinamiento me ha vuelto loca.



 Este confinamiento me ha vuelto loca.

Haciendo de todo, a todas horas.

Más loca de lo que estaba

A veces, reía, y otras veces, lloraba.

 

Cuando mi mollera se atascaba,

Dejaba de escribir y me maquillaba

Para irme a la nevera y sacar un par de huevos

Que en la sartén se reían de mi desconcierto.

 

Después descubrí, que hacer collares

Me serenaba y con hilos de seda

Los enristraba…los enristraba.

Esa fue mi perdición desde aquel día

Llevo hechos cuatrocientos veintidós.

 

Si no os lo creéis ahí va la foto

Los voy a poner a la venta

En la puerta del ambulatorio.

Si me faltaba una perla ponía un garbanzo

Que pintaba de rojo con mi barra de labios.

 

Después, me ponía a coser sin tener idea

La aguja y el dedal salían de mis dedos,

Por petenera.

Limpiaba, barría, fregaba y cuando me cansaba,

De ensartar collares y escribir chorradas.

 

Me volvía al ordenador con la mente llena

De musarañas y al ver las noticias, me cabreaba

Ponía la televisión y me indignaba

Al ver a los gobernantes  berreando

Como si fueran fieras humanas.

 

De ver que en el mundo el hambre pulula,

Sin que nadie haga nada para el que mendiga.

¡Ay! Ya echa un desastre en la madrugada

Me quité el maquillaje y me acicalé el alma.

 

Encarna Recio Blanco.






sábado, 23 de mayo de 2020

El aire silba quejoso...


El aire silba quejoso.

El sol brilla con desgana.

El cielo se viste de negro luto.

 La tormenta está cercana.

El entorno enmarañado

 De ocasos y de alarmas.

El paro y el hambre pululan

Por los pueblos de España.

Gobernantes en atriles

Vociferan ordenanzas,

Incumpliendo los preceptos

De la verdadera democracia.

¡A los políticos el pueblo

No les importa…

 Absolutamente nada.

Manipulan a las masas

Como si fueran ovejas mansas.

Sólo quieren el poder.

Partida en dos, está España,

Entre parados que esperan

Una limosna profana.

El pueblo está confinado

Acobardado en sus casas

Mascarillas en las bocas

y  neveras agotadas.

Cientos de mayores perecieron

En residencias malditas…

Solos y desprotegidos se fueron

Sin tener a su lado

A sus seres más queridos.

 Médicos y enfermeras veloces

Luchaban con la impotencia.

Dando su vida como héroes

En la terrible pandemia.

Se oyen gritos en las calles.

Banderas enarboladas.

Policías y bomberos

Derribando las pancartas.

 La paz esta herida de muerte

 En el Mundo…

 Y en nuestra querida España.

Quiera Dios poner sus Santas manos

En esta pandemia…

Y en todo lo que nos pasa.

 

Encarna Recio Blanco.





jueves, 14 de mayo de 2020

No salgas de casa.


No salgas de casa y ponte la mascarilla

Lávate las manos  muchas veces al día.

Por la por la mañana de madrugada, al medio día

O por la noche,  cuando se te apure la vejiga.

 A ser posible, con jabón casero ese

 Que se hace con sosa en la casa que mata

Todos los virus malditos

Que tengas, hasta en las pestañas.

Media hora por lo menos, que todavía

Tenemos mucho tiempo sobrante

Para aburrirnos

 Y desesperarnos en este desastre.

Después el desinfectante alcohol

 Oxigenada o whisky más que nada

Para animarte  con ese olorcillo

Que hace olvidarte de la catástrofe.

¿Y yo me pregunto?

¿Y las conciencias con que se lavan?

Porque algunas contaminan más

que el dichoso virus que nos acobarda.

¡Si alguien lo sabe que me responda!

 Urge mucho limpiar las conciencias

Esas…

Que están tan contaminadas.

 

Encarna Recio Blanco.






sábado, 9 de mayo de 2020

Reflexiones- Escribo en este amanecer




Escribo en este amanecer cuando el alba me saluda trasnochada, y mi pluma se desliza por el sueño inalcanzable, entre la desesperanza.

Con el cuerpo desmembrado y el alma aterida, trato de ponerme en pie de guerra

Para afrontar un nuevo día, donde las noticias, son más bien,  partes de guerra, de los que han caído, y de los que están por caer, números y ataúdes, sangre, dolor, y lagrimas.

 Entre  el sueño y la vigilia me desperezo en esta mañana,  donde el silencio y el miedo rondan por las calles desiertas, a grandes zancadas, el enemigo invisible acecha y camina tras de nosotros para hincar el diente, en aquel que va, con el corazón al aire.

  Todo está en silencio, ni coches, ni niños por el frondoso parque, ni viejos en las residencias malditas, porque casi todos perecieron, sin la ayuda que merecían, se marcharon en silencio hacia la luz, sin el beso de sus seres más queridos, en un ataúd numerado con tres cifras.

  Un enemigo invisible que ha llegado  a nuestras vidas, con el único fin de imbuirnos la enfermedad, la muerte, el dolor, y el pánico, en nuestros huesos, y exterminar la vida, de todos aquellos, que eran libres, que vivían casi felices, (aunque nunca tuvieron conciencia de ello)

 Miro tras de mis ventanas y la primavera me saluda, un tanto contrariada de ver que no salgo de mi encierro a saludarla, ¡Este año está en deuda conmigo! ¡Me debe una primavera!

Mientras hago esta reflexión, veo a los pajarillos que por el atrio revolotean contentos, sus trinos me alegran y en compensación, les hecho unas migas de pan, que al momento, desaparecen en el duro cemento.

 Ahora se ha levantado mucho más el silencio, pero dentro de mis venas estallan un sinfín de tempestades, de preguntas sin respuestas, de dolor, de impotencia, al ver la desolación que siento y veo  a mi alrededor.

 Esta mañana me gustaría tener una varita mágica para borrar de la faz de la tierra esta pandemia y de paso…A todos a esos mandatarios corruptos del Mundo que anteponen el poder y el dinero, a los derechos, de todo ser humano.

 Encarna Recio Blanco





jueves, 7 de mayo de 2020

Cuando la tormenta pase...



Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos

Y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo.

Con el corazón lloroso y el destino bendecido

Nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos.

Y le daremos un abrazo al primer desconocido

Y alabaremos la suerte de conservar un amigo.

Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos

Y de una vez aprenderemos, todo lo que no aprendimos.

Ya no tendremos envidia pues todos habrán sufrido.

Ya no tendremos desidia seremos más compasivos.

Valdrá más lo que es de todos que lo jamás conseguido.

 Seremos más generosos y mucho más comprometidos

Entenderemos lo frágil que significa estar vivos.

Sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido.

Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado,

 Que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado.

Y quizás el viejo pobre era tu Dios disfrazado.

Nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado.

Y todo será un milagro y todo será un legado.

Y se respetará la vida, la vida que hemos ganado.

 Cuando la tormenta pase te pido Dios, apenado,

Que nos devuelvas mejores, como nos habías soñado.

Alexis Valdés

Encarna Recio Blanco