viernes, 30 de noviembre de 2007

Tuvo lugar mi nacencia (Mi biografía)

Tuvo lugar mi nacencia en campos de Extremadura.

Cuando el sol arde en extremos, cuando las mieses en la era

Se amontonan, esperando dormitar en los graneros.

 

Un 13 de agosto. Dicen que el 13 es mala estrella

 Y no va la cosa descarriada. Era martes además,

Que ya es el colmo de malos presagios

 Y malas barrunteras.

 

Tuvo mi Madre dolores de cinco partos juntos.

 Tardé yo en venir más de la cuenta ayudada por

Una comadrona,  que aunque buena,

No estudió carrera,   y que tragaba el aguardiente

Como sorbos de agua fresca.

 

Salí llorando, pateando con fuerza,  me dieron,

“dicen, un cachete” y me quedé quieta.

 Allí empezó mi miedo por los palos,

 Aún me los dan, pero ahora, si puedo los paro

Antes que vengan.

 

Recio de apellido, de genio y de firmeza.

 Blanco de pureza,  si es que esa palabra,

 Se entiende en esas fechas.

 

Dicen que de pequeña  era una niña traviesa.

 La primera en la escuela. La última en la iglesia,

 Aunque rezaba mejor las letanías

 Que las viejas aquellas.

 

De joven, ya se sabe,  todas somos coquetas,

Pero a mí eso de las pinturas siempre

Me llevó de cabeza.

 

Con mi cuaderno de versos me perdía por la huerta

Y entre aquellos mudos árboles soñaba

Estando despierta.

 

 Nadie me los leía, se reían de mí ocurrencia,

 Cuando triste los guardaba  pensé no hacer más poemas.

 

 Una vaca tenía por compañera,  a ella se los leía y la vaca

 Rumiando,  movía la cabeza, sacudía con el rabo

 Y me miraba perpleja.

 

Así transcurrió mi niñez, al alba con mi inocencia

 Entre muchas medicinas y haciendo pobres poemas.

 

Sin ayuda de nadie miré al Cielo y el Cielo me contestó:

 ! Haz Tu maleta!

Fueron cuatro vestidos,  mi libro de poemas,

 Y un collar, no de perlas  si no de cuentas negras.

 

Con tan pobre bagaje, empecé a caminar, 

Tropezando y cayendo, en busca de una verdad.

 

Me parieron y aquí estoy…

Metida en un mundo, donde no pedí llegar.

Preguntando a cada instante ¿Dónde está?

 ¿Dónde esa meta lejana? ¿Donde está la gran verdad?

¿Dónde ésa Paz tan buscada? ¡Que tanto, tanto,

¿Deseo encontrar?

 

Aún guardo en mi maleta, los vestidos,

Mi libro de poemas.

Pero aquel collar, más duro por los años…

¡Ya se han vuelto perlas!

 

¡Las perlas de mi experiencia!



 

Encarna Recio Blanco.








miércoles, 28 de noviembre de 2007

Me dejaste abandonada...


Me dejaste abandonada

En un desierto sin agua.

En una noche sin luna.

En una playa olvidada.

Me dejaste sin decirme,

Ni un adiós por caridad…

Con tu mochila  a la espalda

Sin volver la vista atrás.

En mi boca aquellos besos

 Me los quería borrar...

Pero tu fuego quemaba

Mis adentros sin piedad.

 El mundo seguía su ritmo

Y yo me quedé parada,

A la orilla de aquel río

Que no tenía ni agua.

Tal vez, un día regreses

Pidiéndome por piedad,

Que te cure las heridas

Que seguro me traerás.

Y yo, que tendré en mi alma

Aquellos recuerdos nuestros…

Mis manos te tenderé.

Pero el corazón mi amor...

¡No lo tocas otra vez!

 

Encarna Recio Blanco.





Tuve la Gloria en mi vida...


Tuve la Gloria en mi vida

No sé como apareció,

Tal vez, el destino quiso

Que volviera a creer en el amor.

 

Fue entonces que se apartaron

Las tormentas de mi vida.

Los aires huracanados

Y las noches sin sonrisas.

 

Fue entonces que ya los días

Eran de vino y de rosas.

De placenteros momentos

Acunados a deshoras.

 

De creer que Dios es bueno.

Que el mundo me sonreía.

Que la esperanza tan oculta

Con raíces florecía.

 

Tuve la Gloria en mi vida

Y las penas se alejaron.

Las armas de la batalla

En el fuego se quemaron.

 

Las horas se sucedían

Con el néctar de su boca

Con su cuerpo que emanaba

Caricias a todas horas.

 

Me emborrachaban las noches

Junto a su cuerpo de Diosa,

Y cuando el alba asomaba

No hacía caso de las horas.

 

Pero de pronto un mal día…

La Gloria se me fugó.

No dejé la puerta abierta

Pero sin más, se escapó.

 

Yo pregunté muchas veces

Al Dios que me la mandó

Porqué me la quitaba ahora

La Gloria que me envió.

 

Ahora vivo sin vivir.

Los recuerdos no me bastan,

Y la  soledad me dice:

Que serene mi alma.

 

Pero el infierno se ríe

De que no tengo esperanzas…

Y me contengo las ganas

De llorar muchas mañanas.


Encarna Recio Blanco



Ruge el viento en esta tarde...


 

Ruge el viento en esta tarde

Cual lobo que desbocado,

Corre veloz tras su presa

Para devorarlo.

 

Ruge como las olas del mar

En las noches de tormentas,

Cuando los barcos se encallan

En las costas marineras.

 

Ruge el corazón que llora

Por el  amor que se fue,

Dejando la tristeza y el  llanto

En un cuerpo de mujer.

 

Ruge el mundo en su girar

En esta tarde tan gris,

Cuando me dices mi vida

Que ya no puedes venir.

 

Ruge en esta tarde todo.

El viento y la sinrazón.

Las palmeras y las sombras

Me acompañan en tu adiós.

 

Quiero sentir ya la calma

De éste entorno que me agobia.

De los vientos que reviven…

Los recuerdos que me sobran.


 

Encarna Recio Blanco




Que difícil me parece



Que difícil me parece escribirte a Ti  Señora

A Ti que todos te imploran. Tú que eres Reina y Señora

¿Qué te podría decir?

Después de toda una vida escribiéndote a deshoras.

Emulando a los poetas intenté llegar a Ti

Complaciente me escuchabas como me escuchas ahora

Sin importarme la obra el alma escribe por mí.

 Y aunque resulte difícil encasillar mi poesía

Son palabras que me inspiras cuando te miro, Señora.

Eres agua transparente y el mundo ensucia tu llanto

Que es puro como ese manto que cubre tu pedestal.

A Tus pies se han agachado los cobardes y valientes,

Los ricos, los indigentes los pobres, los de sin País.

Los que trabajan por otros. Los que nunca te creyeron.

Los que solo por el miedo se acordaron de Tu nombre.

 Tan Querida y tan amada por hombres y por mujeres.

Tú Madre que a todos quieres siempre nos tiendes Tus manos.

Y lloras por este mundo que se está resquebrajando.

Y lloras porque eres Madre de los que se están matando.

 De los que siempre están solos. De los que se van marchando.

Por los que llegan al mundo Tú también estás llorando.

Por esa gente que ruega y que después se le olvida,

Que no pidan de rodillas lo que no dictan sus actos.

Por aquellos que predican pero no con el ejemplo,

Te pedimos en tu templo que también oigas sus llantos.

Porque estamos desvalidos. ¡Cómo podrías dejarnos!

Una madre no se olvida de ninguno de sus hijos.

Siempre a tus plantas todos y juntos hermanados

Virgen Santa del Carmelo…no nos dejes de tus manos.

 

Encarna Recio Blanco