¡Con qué rapidez Señores nos pasa la vida!
De bebé a niña, y de
niña a mujer, en cuatro días.
De casada, en poco
tiempo, te hacen abuela
Y si tienes suerte, a
tatarabuela.
Media vida te pasas pagando hipotecas
De la casa, del
coche, de la nevera
Y cuando ya tienes
finiquitado los pagos
Te das cuenta, que
has pasado a pensionista
De un plumazo.
Mandas al marido a por el pan, a la pescadería,
A las quinielas, a la
farmacia y a la lavandería.
Le dices que se vaya
a tomar café a la taberna
Mientras tú te plantas
frente al televisor, viendo tu novela.
Cuando tu marido vuelve le gritas ¡No entres!
Que estoy fregando el
suelo, y no pises en lo fregado
Que traes barro en
las zapatillas y me cabreo.
Vete a jugar la partida,
que me voy con mi vecina al bingo
A ver si tengo suerte
y te canto el gordo el acumulado.
Y así van pasando los días, sin disfrutar de un crucero
Después de estar
ahorrando todo una vida.
Ya no te queda tiempo
de hacer lo que querías
Y piensas en el
cementerio, en la lapida y las flores
si es que te las ponen. ¡Pero qué barbaridad!
¿Cómo se pasó la vida le dices al pobre de tu marido?
Que ante el televisor
maquina donde encontrar algo bueno
Que le reviva ¡Con el pijama puesto y las
zapatillas!
¿Dónde encontrar el milagro de poder detener el tiempo?
¿Con el sacrificio en
los huesos y sin disfrutar de la vida?
¡Nada, que no
encuentro a nadie, que me lo diga!
Encarna Recio Blanco.
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