Que difícil se me hace escribir
estas palabras
Con la emoción en mi
pecho y un gran nudo en mi garganta.
¡Tierra de
conquistadores! Pueblo noble y generoso
Con tus gentes tan
sencillas y tus campos tan frondosos.
Nuestra Virgen de los
Ángeles que acoge siempre a sus hijos
Cuando volvemos cansados
de nuestros largos exilios.
Tierra que me vio nacer,
correr por sus aledaños
En mis primeras
primaveras, entre trillos y entre arados.
Placentera fue mi niñez entre
las huertas frondosas,
Entre cantares quejosos de
los hombres de esta tierra.
Aunque que veían que el
arado ya no podía con la tierra
Y las fuerzas que
labraban emigraban con tristezas.
Buscaban donde ganar otra
nuevas sementeras
Y nuestro pueblo quedó llorando
por las ausencias.
Pero los que estamos
lejos, querido Campo-Lugar
Te llevamos en el pecho donde
el corazón está.
Y recordamos momentos difíciles
de olvidar
Porque las raíces siguen
diciéndonos que ahí estas.
Cuando vuelvo me rebelo por
ver tanta soledad
Muchas madres sin sus
hijos, muchas tierras sin labrar.
Y recuerdo cuando niña la
alegría de sus calles
Las eras, y aquellos
trillos, con sudores y cantares.
De los hombres de esta
tierra que faenaban gozosos
Para ganarse aquel pan entre
los secos rastrojos.
Lejos grité a la
injusticia, me encaré con la distancia
Y la razón me decía que
volviera que ahí estabas.
Mando a la Virgen mil
besos, un abrazo a mis paisanos.
Y a mi madre tan querida,
mi corazón, de ella siempre
Enamorado.
Encarna Recio Blanco.