Necesito la calma del mar.
Aire
limpio para respirar.
Encontrarme
contigo y conmigo
En
la soledad.
Con la distancia me encaro.
Con
el silencio me alío.
Lejos
del mundo y de todos hoy…
Me
despido.
Encarna Recio Blanco.
Necesito la calma del mar.
Aire
limpio para respirar.
Encontrarme
contigo y conmigo
En
la soledad.
Con la distancia me encaro.
Con
el silencio me alío.
Lejos
del mundo y de todos hoy…
Me
despido.
Encarna Recio Blanco.
Me
olvidé de decirte, muchas cosas en el alba
Cuando
la luna risueña me dictaba
Las
cartas que te mandaba.
Me olvidé de pedirte, los besos que no me diste
Las
promesas que callabas
Y
lo que no me dijiste.
Me olvidé de rebuscar, más la verdad en tu alma
Porque
creía firmemente
Que
me amabas.
Me olvidé de rezarte, una plegaria al pensar
Que el buen Dios a los dos
Nos perdonaba.
Me olvidé, que tenías dueña y otra vida…
Pero
mi corazón me repetía
Que
era a mí a quien querías.
Me olvidé de reclamarte, más amor
Del que me dabas, el fuego, la pasión
Y
todas tus esperanzas.
No me olvidaré decirte, una vez más…
Que
te quise y que te quiero
Hasta
que mi corazón
Deje
de latir por este sueño.
Encarna Recio Blanco.
¡Ya te llamo yo!
No era el mensaje de una paloma, ni unas líneas despistadas,
Ni una oración gramatical, ni el vaticinio de una carta del tarot
Falsificada.
Era una frase de hielo saturada, una sentencia penada,
La miel envenenada, una borrachera de miedos, y de espadas.
¡Ya te llamo yo!
Y me senté en el banco de la plaza esperando la a la muerte,
Con la vida que yacía entre brumas de negras cenizas.
¡Ya te llamo yo!
Seguía esperando a las puertas del olvido, en las murallas
Del hambre, en los acantilados de la esperanza, aquella llamada.
Mayo se despedía del almanaque y aquella frase
Ya te llamo yo, se deshojó cayendo desplomada...
En un adiós cobarde y sin palabras.
Encarna Recio Blanco.
Aquí estoy, borracha entre poesías
Que voy a pilando de la noche al día.
Sin el maquillaje profano, desnuda,
Como una hoja que el viento va dejando
De esquina, en esquina.
Que el alba sonriente siempre me traía.
Tragándome las lágrimas y bebiéndome
El acíbar copa, a copa, sin importarme
La noche, ni el día.
Sin esperar que los sueños me acunen
Ni que el tiempo esté paralizado y sin eco
Entre los muros de una soledad
Que me muere.
Aquí creo estar, pero no estoy esperándote
Aunque te sigo amando, con locura,
Con la piel hecha jirones de color púrpura,
Con el alma desmayada por tu silencio...
¡Que es mi sepultura!
Encarna Recio Blanco.
No
voy a parar de parir versos
Aunque
terminen por ahí desperdigados
Ni
acallar a mi garganta que grita
Sin
que nadie perciba mi lucha, por lo que amo.
Voy con una copa de más en mis labios
Del
más dulce veneno
Que
me hace ir de esquina en esquina
Sin
el equilibrio en mis huesos.
No voy a parar hasta encontrarte
Aunque
estés entre volcanes de fuego
Entre
montañas heladas
En
el Cielo o en el infierno.
Te busco entre los surcos de mi alma
En
los acantilados de mi impaciencia
En
las noches entre brumas
En
el sol, o en las estrellas.
No voy a parar hasta que un soplo de vida
Me
quede en el cuerpo.
Eres
parte de mi vida
Y
sin ti… nada quiero.
Encarna Recio Blanco.