lunes, 21 de noviembre de 2016

Hoy, ha muerto nuestro amor…


Hoy, ha muerto nuestro amor…

Lo has asesinado.

Sin piedad me has condenado

A vivir el desengaño.

 Ambos deberíamos ir de luto

Pero tú, ya te has fugado

Como el bandido que huye

Después de un atraco.

Sola lo llevo a enterrar

A un Campo Santo.

Donde los cipreses callados

Hoy también están llorando.

 En este negro presidio

Hundo en mi pecho la lanza,

Sin notar el dolor en mi cuerpo

Porque tengo ya muerta, mi alma.

Sé que llorarás un día

Como estoy llorando yo

Y regaremos de sangre

Los recuerdos de este amor.

Vivirás encadenado

A la mujer que no quieres

Tu perdición es más fuerte…

¡Que tu ambición!

 

Encarna Recio Blanco.






domingo, 20 de noviembre de 2016

Siempre al acecho te busco...


Siempre al acecho te busco

Entre mis calles solitarias

Entre  los campos abiertos

Entre el tomillo y la jara.

 Entre la lluvia malvada

Entre senderos maltrechos

Siempre en tu búsqueda

Como un lobo hambriento.

Al acecho en aquella estación

Entre raíles calientes

Oyendo el silbido de los trenes

Pero que tú no apareces.

Te espero en la soledad de mi alcoba

Con la mente estrujada

Sin el aire para respirar

 Entre lágrimas heladas.

Un buen día te encontré

En aquel banco sentada

Cuando el otoño venia

Con sus luces apagadas.

Te abracé con devoción

Cual hija descarriada

Que vuelve al redil caliente

De una terrible batalla.

¡Al fin te encontré!

¡Querida  melancolía!


Encarna Recio Blanco.




Aroma de juncos entre tus cabellos...


Aroma de juncos entre tus cabellos

Hiedra verde crece sobre tu cuello.

 Violetas en tus labios carnosos y frescos

Mi cuerpo se enerva cuando me adentro.

 Entre tus brazos ardo, con tu sudor siento

En el vaivén que nos enciende el alma y el cuerpo.

 Emergen otra vez los tallos del deseo

Mientras las horas se desgranan

Entre los jadeos.

 Asidas las manos van por el camino

Del miedo

Ya se aproxima el adiós

¡Por el firmamento!

 

Encarna Recio Blanco.



sábado, 19 de noviembre de 2016

Vuelo a merced del viento-Mini-Relatos.


 Vuelo a merced del viento, de un lado para otro, me tambaleo como la  pavesa enferma de algún cigarrillo. Me enciendo con el rayo de una vil tormenta, la lluvia no me moja ni me despierta, la luna me hace un guiño de muy mala manera y me dice: “Tenias que haber tenido los pies más sujetos a la tierra.

Camino a merced de la niebla, pero nunca me pierdo por ella, porque ya estoy perdida de los pies, a la cabeza. Aparecieron de pronto entre las brumas negra, el amor y el desamor, nos saludamos fríamente  y al bajar la cabeza dijeron al unísono: puso el corazón en aquel que ya tenía dueña.

Grito a merced de mis pulmones que ya se resienten por la dura  batalla de la nicotina, de clamar a lo sordos, y a los que no tiene cabeza, de escribir y escribir versos en las aceras, de rezar y blasfemar, por aquellos que nunca lucharon para ganar  la medalla del amor en toda su grandeza.

Lloro, porque pido perdón todos los días y nadie me perdona, porque las lágrimas, quiero que borren de mi cara alguna huella, algún beso traicionero, el maquillaje sibilino que me pongo, cuando ando entre las fieras.

Bailo, todos los días con mi conciencia, juntas entonamos canciones con mis letras, de vez en cuando,  se asoman  las palomas,  las  estrellas, y  una gata miedosa  que me mira y remira, sin saber el motivo, se relame de gusto la lengua.

Sueño, cuando el cuerpo me abandona tras la dura faena,  con  cosas malas y con cosas buenas, a veces, antes de acostarme escojo un sueño para que otro dañino no me rompa la escena.

Sueño que soy una princesa, una reina, una ninfa del bosque, un hada buena, una madre con hijos, una esposa tierna… ¡O un amor muy grande para el que lo quiera!


Encarna Recio Blanco.





Ascienden los tallos...


Ascienden los tallos

La savia se desmorona

Con el rojo de la sangre

Que te corona.

La noche se despereza

Con la alborada

Para alejar esa niebla

Que tienes en tus pestañas.

Los meridianos del agua

Dibujaron  las sonrisas

Para  desprender de tus ojos

 Las espinas.

En tus labios había promesas

En tu mirada hay nostalgias

En tu cintura había nidos

De caricias retrasadas.

En tu pelo cascabeles

De oro y de plata

Que hacían pecar de envidia

Las cuerdas de mi guitarra.

Pronto apareció la escarcha

Alrededor de tu casa

Al comprender quizás tarde

Que no le amabas.

Moras en cárcel de luto

Con guillotinas y escarchas

Decapitando el amor

Que a los dos nos coronaba.

  

Encarna Recio Blanco.





Acúname y no me despiertes...


Acúname y no me despiertes

Que tus brazos me rodeen

Que el aroma de tus labios

Quiero beber.

Alarga la noche, hazla interminable

Que quiero sentirte hondo

Hasta que el fuego

Nos abrase.

No te detengas y sigue…

Sigue labrando en mí campo

Que ansioso espera la semilla

Para que germine. 

 

Encarna Recio Blanco.