Ascienden
los tallos
La
savia se desmorona
Con
el rojo de la sangre
Que
te corona.
La noche se despereza
Con
la alborada
Para
alejar esa niebla
Que
tienes en tus pestañas.
Los meridianos del agua
Dibujaron
las sonrisas
Para desprender de tus ojos
Las espinas.
En tus labios había promesas
En
tu mirada hay nostalgias
En
tu cintura había nidos
De
caricias retrasadas.
En tu pelo cascabeles
De
oro y de plata
Que
hacían pecar de envidia
Las
cuerdas de mi guitarra.
Pronto apareció la escarcha
Alrededor
de tu casa
Al
comprender quizás tarde
Que
no le amabas.
Moras en cárcel de luto
Con
guillotinas y escarchas
Decapitando
el amor
Que
a los dos nos coronaba.
Encarna
Recio Blanco.