domingo, 13 de abril de 2008
Hace aire en la calle
Me he dado cuenta.
Me he dado cuenta, de cuán importante
Son aquellas cosas que dejas que pasen.
Aquellas palabras que nunca escuchaste,
Regresan ahora para atormentarte.
Los tristes consejos que no comprendías,
Te tuercen de rabia en ésa agonía.
Dejaste las puertas todas sin abrir,
Cerrando momentos que no tenían fin.
En una cuneta mi alma cayó
Gastada de tanto sufrir por amor.
Nadie recogía mis huesos del suelo
Y todos miraban ansiosos el duelo.
Un enfrentamiento entre vanidades
Que eran por entonces todas mis verdades.
Capaces de hacerme caer desde el Cielo.
Subir a los montes rodar por los suelos.
En la madrugada no sé cuando fue,
Desperté de un sueño que no recordé.
Pero mis temblores siguieron sonando
Entre las paredes de mi triste espacio.
Encarna Recio Blanco.
Anoche hablé con Dios
Fue
después que te marcharas.
Él
entró en mi habitación,
En
mi mente y en mi alma.
Le
conté de nuestro amor
Aunque
sabía de que hablaba.
Sonriente
me decía:
Que
me perdonaba.
Después
me acarició
Con
sus manos mi vil frente.
Ni
una palabra de enfado,
Ni
un reproche en mis sienes.
¿Qué
haces me preguntó?
¿Por
qué estás tan agotada?
Existe
una dirección
Aunque
no quieras mirarla.
El
cuerpo me lo sanó.
Y
El alma me bautizó.
Me
dijo que siguiera
Siempre
por Su dirección.
He
seguido caminando,
Y
al salir esta mañana...
Ya
no he vuelto a ver a Dios
Aunque
buscándolo estaba.
Yo
le pedía una salida.
Él
medió la solución.
Pero
el que quiere estar ciego
Nunca
puede ver a Dios.
sábado, 12 de abril de 2008
La noche augura misterios
La noche augura
misterio.
La luna que antaño
fue clara
Hoy se desviste en
silencio.
Las estrellas ya no
brillan
Y los Ángeles cayeron.
¡Hoy llueven lágrimas del cielo!
No sé quién está sufriendo
Siento que se acaba
el mundo
Que se abren los infiernos.
Que la pasión es
locura
Y que la locura es
sueño.
¿Dónde estás en esta noche?
Que te busco y no te
encuentro
Que mis rincones
vacíos
Esperan tu aliento.
La noche augura tristezas
Ánimas que buscan
puertos
Caminantes que
cansados
No tienen refugio
cierto.
La noche augura pecados
Para los amantes tiernos
Para las ninfas del
bosque
Para los buenos
momentos.
Las llanuras de mi cuerpo
Cual rosas que se
desgranan
Piden cabalgar
contigo
De la noche a la
mañana.
Que con las tuyas me ciegue
Hasta que nos llegue
el alba
Que enloquezca mi
cuerpo
Y que se aloque mi alma.
Mi cuerpo pide locuras
La pasión se
desparrama
Y las ansias no
resisten
Este fuego que me
abrasa.
¡Lava, fuego, a gua, calma!
Cual una loba encelada
Cuando tu cuerpo y el
mío
Chocan en la fiel la
labranza.
Se abandona mi cuerpo en el tuyo
Que tierno también
estalla.
La noche nos hace un
guiño
Y una estrella nos canta
Una serenata.
Encarna Recio Blanco.
Me gustaría que el incienso
Me gustaría que el incienso
No se
apagara jamás.
Que las
velas dieran luz
Al que
está en la oscuridad.
Que los recuerdos no cesen
En la
vida cotidiana
Y que
los Santos del cielo
Nos
protejan desde el alba.
Me gustaría que el amor
Mucho
más se expandiera
Es el
arma más segura
Que nos
libera de guerras.
Y que ustedes esta noche
Tengan
sueños muy felices
Nos
encontramos mañana…
Para
curar cicatrices.
Encarna
Recio Blanco.
Un ciclón tengo
Un ciclón tengo en mi
mente, tormenta en mi corazón
No sé cómo defenderme
de este estado asolador.
Te di lo mejor de mí mis besos, mis primaveras
Los sueños que
renacían de mi cosecha primera.
Tú venias de un camino donde sólo había mil piedras
Rocas grandes que no
pude apartarlas de tu senda.
Viví momentos fugaces besos rotos por las esperas
Por la constante
agonía de que te fueras con ella.
Por más que yo te imploraba sordos tus oídos eran.
Y en las madrugadas
duras rugía como las fieras.
Pasaste por alto algo que no te dabas ni cuenta
Y que tal vez algún
día sea muy tarde si pensaras
En la enmienda.
No le distes importancia a mi amor desmesurado
A mi entrega
demediada cuando estaba entre tus brazos.
Te quise más que a mi vida y hoy más te sigo adorando
Amándote como nunca mi
corazón había amado.
Pero el ciclón de mi mente revive los malos ratos
Esas esperas tan
largas y esos minutos alados.
Retumban en mi corazón los truenos que tú has dejado.
Sin importarte si
quiera el dolor que he cobijado.
No puedo más con la carga de mi macuto pesado.
No puedo esperar más
lo que tanto había soñado.
En tu camino te dejo mal o bien acompañado
Con sangre que no es
la tuya y con tus muchos andrajos.
No sé si te olvidaré juro que voy a intentarlo.
No sé si a mi corazón
puedo engañarlo.
Pero allá en el horizonte oteo un mundo lejano
Que me dice que
me vaya para siempre de tu lado.
Encarna Recio Blanco.