Si
también el alma duele.
Porque
al corazón le oí,
Quejarse
en mí, muchas veces.
Pero este escozor que tengo
No sé de donde proviene.
Voy
a rogar a los Cielos…
¡A
ver si se compadece!
Encarna
Recio Blanco.
Si
también el alma duele.
Porque
al corazón le oí,
Quejarse
en mí, muchas veces.
Pero este escozor que tengo
No sé de donde proviene.
Voy
a rogar a los Cielos…
¡A
ver si se compadece!
Encarna
Recio Blanco.
¿Y ahora que te digo,
si ya te vas del todo?
Se me nubla la mente y no sé qué decir.
Quizás un hasta luego, o tal vez, un hasta pronto.
En momentos como éstos es necesario mentir.
Qué fácil es olvidar lo que en falsedad se vive.
Qué difícil es decir que no sientes la verdad,
Que las palabras te duran, justo el tiempo que las dices,
Pero los muchos momentos que son tan sólo un suspiro.
¿Por qué suelen perdurar?
Tus besos, tu piel caliente, tus palabras, tu emoción,
Tu sencilla devoción con ojos fijos y ardientes.
Yo sé que el alma no miente en las cosas del amor.
¿Y ahora que me queda si tú tienes que marchar?
Ya sé… un raro perfume, un necesitar soñar.
Porque esto, ha sido un sueño.
¡No me despiertes jamás!
Encarna Recio Blanco
Apareció el otoño de
repente, casi sin hacer ruido.
Las altas
montañas ahora dormitan
Esperando la caricia
de las nieves,
En las interminables
noches de hojarascas.
Un silencio sepulcral las envuelve soportando
Las tempestades con
manos duras.
Altivas
permanecen entre un viento helado y bronco,
Cambiando sus
colores me dan la bienvenida.
¡Donde emigraron las cigarras y los grillos!
¡Donde se fueron los
rayos del sol que me abrasaban!
Donde se fueron las
olas de aquella playa que siempre…
Me abrazaban.
Aquí estoy…Abandonada a lánguidos recuerdos.
Esperando lo que
siempre espero temblando por si llegara
Algún día…el hombre
que más quiero.
Tiemblo al pensarlo retando al destino pero se malogra,
Se abre la herida.
Y en mi fuero interno
sigo en esa espera aunque
Sé que el milagro,
nunca llega.
El otoño me desnuda y
resplandece.
El futuro se me vuelve escarcha.
Ya no sé si estoy
viviendo un sueño, o una verdad…
Recia y amarga.
¡Otoñeció de pronto!
Se acabaron las preguntas sin respuestas.
Terminaron las esperas sin llagadas.
Las duras fronteras ya están cerradas
Y ese mar, que divide nuestro mundo
Sigue furioso chocando contra las rocas.
Ya no seguiré tus pasos, y tú seguirás tu rumbo.
No puedo con la duda en mi macuto.
Ni el silencio que me acosa sin parar.
Ni las campanas al vuelo que tocan
A gloria, o a funeral.
Afronté los duros retos en la espera.
Cabalgué a lomos de titanes que siempre
Me dejaban naufragando en barcos de papel
A la deriva.
Esta espera interminable
Es más fuerte que las armas y el dolor,
Mi mente me pide vacaciones
Aunque mi corazón… diga que no.
Encarna Recio Blanco.
Mi voz ya no grita, solo susurra.
Por la empinada montaña voy desfallecida
Tratando de escalar hacia tu oculta cima.
Al mundo he dado la vuelta con tu nombre,
Preguntando y preguntando, dónde estarías
Pero nadie…nadie te conocía.
Al no escucharte vivo amodorrada
Haciendo acopio en mis recuerdos
Del alimento sagrado de tus palabras
Que me dan la vida.
Los estíos se han helado de repente.
Las amapolas y las jaras también dormitan
Y el silencio sepulcral, me aterroriza.
A ciegas sigo sin encontrarte…
Pero hasta el último suspiro que me quede
Seguiré en tu búsqueda… ¡Vida mía!
Encarna Recio Blanco.
En esta tarde otoñal
llora el Cielo, le pregunto y no obtengo respuesta.
Lánguidas mis manos se
desperezan, buscando… ¿qué buscan?
¡Pues en marcha, voy a daros faena!
En esta tarde tan negra me gustaría volar y volar por un Cielo en calma.
Con las alas recién
estrenadas de cualquier ángel despistado
Que se haya quedado
dormido en mi cama.
Me gustaría…acorralar a la miseria y detenerla. Ponerle grilletes a los forajidos
Que envuelven sus
vergüenzas con trajes de marcas.
Amamantar a los niños
sin madres y darles cobijo en mi alma.
Me gustaría…aliarme con la alegría y reír, reír, hasta que se me rompan las quijadas. Bañarme desnuda en el mar un amanecer y que sus olas sosegaran mis ansias.
Perderme en un mundo donde solo existieran Soles, flores, y Lunas encandiladas.
Emborracharme de poesías
y de buena compañía, beber de sus labios
y envenenarme, hasta caer desfallecida.
Me gustaría irme, donde pudiera enamorarme del viento. Donde consiguiera pelearme con la soledad.
Hacer una hoguera con el
maldito dinero y que brillaran las cruces en los cementerios y abrir los barrotes de aquellos inocentes, que
estén presos.
Me gustaría irme…donde lograra llorar y a reír a un tiempo por aquel truhán que un día me dijo; Te quiero. Adosarme a un tren sin raíles y seguir esperando
Otra media vida hasta
que aparezca el hombre que más quiero.
Esta tarde me gustaría, salir corriendo de esta maldita oscuridad.
De tantos sinsabores, de
mis incontrolados miedos.
Del sueño que siempre he
tenido y que el funesto destino no quiso concedérmelo.
En mi orfandad, mendigo a la Justicia Divina para que el Cielo deje de llorar.
En esta tarde de otoño
sombría, donde mis musas despiertas me dicen:
¡Que deje de llorar!
Encarna Recio Blanco.
Tras
de mis cristales
Oteo sus lágrimas.
Mil preguntas en mi mente
Se amontonan
Y
Dios…
¡Sin contestarlas!
Encarna
Recio Blanco.