En esta tarde otoñal
llora el Cielo, le pregunto y no obtengo respuesta.
Lánguidas mis manos se
desperezan, buscando… ¿qué buscan?
¡Pues en marcha, voy a daros faena!
En esta tarde tan negra me gustaría volar y volar por un Cielo en calma.
Con las alas recién
estrenadas de cualquier ángel despistado
Que se haya quedado
dormido en mi cama.
Me gustaría…acorralar a la miseria y detenerla. Ponerle grilletes a los forajidos
Que envuelven sus
vergüenzas con trajes de marcas.
Amamantar a los niños
sin madres y darles cobijo en mi alma.
Me gustaría…aliarme con la alegría y reír, reír, hasta que se me rompan las quijadas. Bañarme desnuda en el mar un amanecer y que sus olas sosegaran mis ansias.
Perderme en un mundo donde solo existieran Soles, flores, y Lunas encandiladas.
Emborracharme de poesías
y de buena compañía, beber de sus labios
y envenenarme, hasta caer desfallecida.
Me gustaría irme, donde pudiera enamorarme del viento. Donde consiguiera pelearme con la soledad.
Hacer una hoguera con el
maldito dinero y que brillaran las cruces en los cementerios y abrir los barrotes de aquellos inocentes, que
estén presos.
Me gustaría irme…donde lograra llorar y a reír a un tiempo por aquel truhán que un día me dijo; Te quiero. Adosarme a un tren sin raíles y seguir esperando
Otra media vida hasta
que aparezca el hombre que más quiero.
Esta tarde me gustaría, salir corriendo de esta maldita oscuridad.
De tantos sinsabores, de
mis incontrolados miedos.
Del sueño que siempre he
tenido y que el funesto destino no quiso concedérmelo.
En mi orfandad, mendigo a la Justicia Divina para que el Cielo deje de llorar.
En esta tarde de otoño
sombría, donde mis musas despiertas me dicen:
¡Que deje de llorar!
Encarna Recio Blanco.
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