Mi voz ya no grita, solo susurra.
Por la empinada montaña voy desfallecida
Tratando de escalar hacia tu oculta cima.
Al mundo he dado la vuelta con tu nombre,
Preguntando y preguntando, dónde estarías
Pero nadie…nadie te conocía.
Al no escucharte vivo amodorrada
Haciendo acopio en mis recuerdos
Del alimento sagrado de tus palabras
Que me dan la vida.
Los estíos se han helado de repente.
Las amapolas y las jaras también dormitan
Y el silencio sepulcral, me aterroriza.
A ciegas sigo sin encontrarte…
Pero hasta el último suspiro que me quede
Seguiré en tu búsqueda… ¡Vida mía!
Encarna Recio Blanco.
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