Apareció el otoño de
repente, casi sin hacer ruido.
Las altas
montañas ahora dormitan
Esperando la caricia
de las nieves,
En las interminables
noches de hojarascas.
Un silencio sepulcral las envuelve soportando
Las tempestades con
manos duras.
Altivas
permanecen entre un viento helado y bronco,
Cambiando sus
colores me dan la bienvenida.
¡Donde emigraron las cigarras y los grillos!
¡Donde se fueron los
rayos del sol que me abrasaban!
Donde se fueron las
olas de aquella playa que siempre…
Me abrazaban.
Aquí estoy…Abandonada a lánguidos recuerdos.
Esperando lo que
siempre espero temblando por si llegara
Algún día…el hombre
que más quiero.
Tiemblo al pensarlo retando al destino pero se malogra,
Se abre la herida.
Y en mi fuero interno
sigo en esa espera aunque
Sé que el milagro,
nunca llega.
El otoño me desnuda y
resplandece.
El futuro se me vuelve escarcha.
Ya no sé si estoy
viviendo un sueño, o una verdad…
Recia y amarga.
¡Otoñeció de pronto!