Nací, en una posguerra, cuando la comida escaseaba.
Cuando no había ni lumbre, ni leña.
Mi madre lloraba cuando me tomó en su regazo.
La comadrona dijo al oír mi alarido
Que parecía un leopardo.
Nací, cuando los hombres volvían derrotados
Del frente, con los ojos secos, con
el hambre acuesta.
Ni un mendrugo de pan que llevarse a la boca.
Cuando en el campo el arado esperaba las simientes,
Para hacer el alimento de los indigentes.
Cuando todo escaseaba llegué dando gritos.
Porque ya percibía que tenía hambre, y frío.
Tal vez, ya me preparaba para demandar
Justicia, Paz, y Solidaridad,
Para todos aquellos que la padecieran.
…Y aquí sigo demandándole en un mundo de sordos.
Donde algunos se enriquecen con el sudor de los otros,
Y a ellos, les sobra de todo.
Mientras los pobres carecen de lo más necesario.
Ni pan, ni agua, ni abrigo, ni justicia para corregirlo.
Donde el poder y el dinero, es lo que cuenta.
Encarna Recio Blanco