Me
derrito los sesos de tanto pensar
En
aquellas cosas que quiero arreglar.
Me
adentro en la urbe, no puedo ni andar,
Bomberos,
grúas, ambulancias…
¡Qué barbaridad!
Un cortejo fúnebre muy lento camina
Hacia
esa morada ignota y temida.
En
los ministerios, no puedo ni entrar
El
guardia me dice: ¡que es muy tarde ya!
¡Qué casualidad!
Un coche incendiado intento apagar
Sin
tener ni el agua, con la que regar.
Entro
en la trastienda de una curandera
Para
que me limpie de pies, a cabeza.
Voy hacia el asilo y pido acogida,
Cuando
veo el ambiente salgo de estampida.
Corre
que te corre por la fría avenida
Tropiezo
y me hago, otra nueva herida.
¡Qué fatalidad!
Una dama llora detrás de la esquina,
Me
acerco y me dice, toda compungida,
Que
no la dejaron hacerse una foto
Con
sus nietecitas.
¡Qué
poca caridad!
En la Universidad me adentro
Para
recoger un máster,
Al
que no me presenté
Ni
para examinarme.
¡Qué osadía la mía!
Tiemblo de impotencia
En
mis correrías
Sin
poder hacer, ni deshacer…
Lo que yo quería.
¡Qué Pena la mía!
Encarna
Recio Blanco