Se repiten en mi mente la historia de nuestra vida, y pasa tan presurosa
que apenas me da la dicha de quedarse entre mis sueños, de aportarme la
alegría, de tocarme con sus dedos, de calmar esta agonía.
Se repite ya cansada de tanto ir y venir, de tantas noches furtivas, que yo jamás te pedí. Las horas entre tus brazos se escapaban veloces, la pasión nos consumía cuando en las noches de invierno, en mi alcoba aparecías, amándome sin medida, sin reservas y sin miedos, a tu lado parecía que no existía el infierno.
Las palabras son pasos y los verbos se terminan, para explicar lo que siento en esta noche tan fría. De quererte sin sentido cuando ya todo se fue, de seguir en este túnel del que ya no sé volver.
No te pido que regreses ni que me pidas perdón, ni siquiera unos meses a solas juntos tú, y yo. Te pido que me recuerdes y que no olvides por Dios…
Aquellos besos que nos dimos, y los que el tiempo nos robó.
Encarna Recio Blanco.
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