Decía, Miguel Hernández…que la guerra
era como una hoguera maldita, donde los locos se abrasan. ¡Tristes guerras!
Hoy, recordando
sus palabras me uno al gran poeta,
aunque no tenga la maestría que él tenía, para escribirlas.
Con mis
humildes letras voy hilvanando el sentir y el horror, que ahora nos envuelve y que tienen al mundo aterrado entre metrallas y bombas.
Como él
pretendía pretendo, que aunemos nuestras fuerzas cantando al unísono por la Paz,
para que nos vuelva, denunciando las injusticias y luchando sin armas para
conseguir… La Paz y la Justicia.
Desde
mis Ondas peregrinas sólo quiero y
pretendo ayudar también al ser humano que mendiga.
Regalar
mis sonrisas al triste que camina, y que tenga hambre de alegría.
Aliviar
con mis manos al que esté lleno de heridas. Dar amor al que nunca en su vida, sabía
que existía.
Compartir
mi comida con el hambriento, sentarlo a mi mesa y protegerlo.
Abrir
las conciencias cerradas de los malvados, y si puedo dulcificarlas.
Aunque
peque de atrevida… ante el alto poder me
enfrento, para cantarles las cuarenta, por sus atropellos sin temor, y sin miedo.
A los
dictadores que masagrán los pueblos, a los asesinos que violan y matan, a los que
sin sentimientos dejan morir en el mar a
los que no tiene Patria.
Lucho
en esta batalla sin armamento, sola con mis folios, la tinta, y el tintero…
intentando que los malhechores, se miren el alma por dentro.
¡Poetas
del Mundo entero ayudadme en la batalla!
¡Escribir!
¡Escribir! Para que la Paz nos acompañe
en esta tierra que agoniza, para que
podamos detener tantos atropellos, donde muchos seres humanos están muriendo, por
su patria, por su tierra. Tierra que les vio nacer y que ahora… los sepulta. Tierra
donde sus familias con sus casas derruidas van a la deriva llorando… entre miserias
y bombas sin ningún mísero bocado que llevarse a la boca.
¡Dictadores del mundo… parad! ¡Parad! que si no…el Cielo se cuidará en daros
el castigo que merecéis, por sembrar en este mundo tantas injusticias.
Y como
decía “Gloria Fuertes” mi partido es el
de la Paz…no pido votos, pido botas para los descalzos.
Y
termino diciendo lo que decía Ángela Figuera Aymerich… Donde veas que el látigo
o la espada se levantan. Que la prisión redobla sus cerrojos y que los fusiles amenazan muerte, acércate, y
a pecho descubierto…lanza un tremendo ¡NO! a la guerra…que salve al mundo.
Encarna Recio Blanco.