Las calles estaban llenas
De muchos mendigos
Con sus
manos abiertas
Y el
corazón por testigo.
Indiferentes pasaban
Cada uno
con su hastío
Ignorando
al ser humano
Que allí se
encuentra tendido.
Ni monedas
relucientes.
A lo mejor
lo que pide
Son acciones
que lo alienten.
En la crudeza de sus caminos
Las espinas
le crecen
Adosado a
su espalda lleva
Un zurrón con
mala suerte.
La ciudad con su estruendo ruge
Estrepitosamente
Sin percatarse
que muchas almas
Están
durmiendo bajo los puentes
Mi corazón de impotencia se acelera
Al ver que
la solidaridad
Escasea en
esta tierra.
Cuando me encuentro sola
Sé
bien lo que me pasa…
Solo veo
aquellos indigentes
Entre la cruda
indiferencia…
De la
gente.
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