miércoles, 23 de noviembre de 2022

Vendo un suspiro quebrado...


Vendo un suspiro quebrado

Que se ahoga en mi garganta

Y una lagrima que se desliza

Asustada por mi cara.

 Un pañuelo blanco de seda

Que me regaló un truhán

Con el que limpié su alma

Negra de tanto agraviar.

 Un anillos de pedida

Con el que me iba a casar

Y resultó que aquel sinvergüenza

Me dio plantón ante el altar.

 Vendo unos libros mohosos

De amores y fantasías…

Porque ya tengo bastante

Con las mías.

También vendo un ramillete

De flores que están marchitas

Porque al verlas me parece

Que la vejez tengo encima.

Vendo poemas caducos

Una pluma ya sin tinta

Y la corona de espina que llevo

De mi cabeza prendida.

Una maleta sin fondo

Un tarro de purpurina

Y unos tacones torcidos

Que tantas durezas me hacían.

Vendo un collar de amatista

Los pendientes de una tía

Y una pulsera de perlas

Que me regaló una enemiga.

Mañana sacaré otro lote

Del diván de las desdichas

Muy rebajados de precio

Para ver si  puedo irme…

¡Al paraíso de las delicias!

 

Encarna Recio Blanco.


 

sábado, 12 de noviembre de 2022

Cartas de amor.


Mis días empezaron desde el mismo momento que ella apareció en  mi vida.

Aquella tarde, la vi sentada en el banco de aquel jardín, era rubia como los chorros del oro, sus ojos, se perdían por el frondoso parque que emanaba perfumes y que se mezclaban con el canto de unos pajarillos, que aleteaban a nuestro alrededor.

 Ella me veía llegar, pero se hizo la despistada, siguió con una sonrisa tenue en sus labios, me senté junto a ella y la dije, un simple bueno tardes, me contestó con una voz dulce y melosa que me recordaban, a las clarisas de mi colegio.

 Hablamos de cosas triviales, lo normal cuando dos desconocidos se encuentran, pero había algo en aquellos ojos, que me envolvían, cuando ya se hacía tarde  y nos despedimos, no sin antes, acordar  que nos veríamos al día siguiente en el mismo lugar, en aquel jardín.  Mi reloj  perdió sus manecillas como yo perdí  la sensatez que solía regir mi vida.

Desde aquel día, su belleza, su locura, su alegría inundó mi espíritu y me enamoré perdidamente de ella, mi vida cambio dando un giro y me enredé a ella como una planta que se abraza al árbol más cercano.

 Ella era mi vida, la ternura, la pasión, el temor, el aroma, la lujuria  y todas esas virtudes que tiene la vida, y que a veces, olvidamos por otras, no tan gratas.

 Me enseñó el valor de una promesa, el verdadero amor, ese que nunca muere, la complicidad, la pasión que nunca había tenido en mis noches.

 Sé que no puede ser mía, pero también sé, que la amo y que no encuentro el motivo, ni  la razón, ni la causa, para dejar de hacerlo.

 Si de verdad llegara esta carta a ese ángel que ilumina las noches de los perdidos, le pediría que le diga que nunca, aunque estemos lejos el uno del otro,

la olvidaré, ni el silencio, ni en las lagrimas, ni esta injusta sociedad donde está penado querer, a dos personas a la vez , nada ni nadie arrancarán las cadenas que nos unen a ella, y a mí.

 Dicen que el amor se idealiza cuando se pierde, pero yo sé a ciencia cierta, que mis días empezaron y terminaron  desde aquel día que la conocí.

 

Encarna Recio Blanco.




jueves, 3 de noviembre de 2022

Madre…Aquella madrugada era muy fría.


Madre…

Aquella madrugada era muy fría

La escarcha paralizaba tu alma y la mía.

Decidí volar muy alto por el ancho Cielo

Cual paloma mensajera sin  miedo.

 Buscaba un mundo donde  poder esparcir

Los buenos sentimientos que sembraste en mí.

Aquí estoy...

Crecí de prisa siempre seguí tus consejos

Con el Recio coraje y tú Blanco empeño.

Hoy sabes a ciencia cierta que equilibré mis raíces

Siempre por los buenos caminos que me imbuiste.

¡Cuántas noches a solas lloré tu ausencia!

¡Horas que no acababan largas y espesas!         

 Los hijos que no tuve, los nietos que no te di

Asignaturas pendientes que siempre irán tras de mí.

Muchos años han pasado y sigo necesitando

 Como cuando era una niña tus abrazos.

 Oigo tu voz y te veo en tu butaca sentada

Y me acurruco a tu lado como si fuera una colegiala.

Cuantas heridas callé a lo largo de mi vida

Y tú cuantas me has velado cuando nadie te veía.

 ¡Madre!  

 En mi último libro, parto de mi alma

Quiero dedicarte  mis palabras.

Siempre supiste que eras la dueña

De mi vida, de mi corazón y de mi alma.

 (“Atardeceres de fuego”)


 Encarna Recio Blanco.



 

sábado, 29 de octubre de 2022

Carta de un Ángel en las “Ondas”

 

En las Ondas peregrinas de la noche

Llegó un cartero del  cielo que me traía

Un sobre de nácar tan reluciente

Como el sol del medio día.

Pensé que era una estrella peregrina

Que se había escapado del parnaso

Porque brillaba de tal forma que mi corazón

 Salir de mi pecho  volando, quería.

En esa carta comprendí que en esta tierra

Existe el agradecimiento, la alegría, el amor

La compañía, la generosidad y buenos

Sentimientos cuando nos damos a los demás

Sin medida.

 

Encarna Recio Blanco.

 

sábado, 22 de octubre de 2022

Soy Recia Blanca Guerrera...

 

Soy Recia, Blanca, guerrera

Metida en la faena

De  hacer un mundo mejor

Desde mi tribuna abierta.

Todos pasan y sonríen,

De mi locura se alejan,

Dejándome en el barbecho sola

Con el arado cual cruz a cuesta.

Intento poner el orden

En el caos que me acecha

Con la guadaña afilada

De mis poesías mañaneras.

Pero no me asusta nada

Presta sigo en la faena

Aunque las fuerzas me fallen

Siempre saco las reservas.

Blanca  aferro mi bandera,

Recia el coraje me llena

Las ansias de hacer un mundo

En el que vivir se pueda.


 Encarna Recio Blanco.



viernes, 14 de octubre de 2022

Tengo un reloj sin la hora...

 


Tengo un reloj sin la hora

Una pluma sin la tinta

Un amante sin corazón

Y una esperanza perdida.

 Una noche sin el sueño

Un traidor que me esclaviza

Unos versos sin la tinta

Que mueren entre las brisas.

Tengo una vela sin  cera

Una maleta  vacía

Una mentira piadosa

Y un anillo sin pedida.

Tengo besos fusilados

Un camino sin salida

Una cama sin el fuego

Y un cuerpo casi sin vida.

Una espera interminable

Unos tacones torcidos

Una estación sin los trenes

Y un truhan que se ha perdido.

 Un maquillaje amarillo

Dos peinetas sin horquillas

La mantilla de mi abuela

Rota ya,  y descolorida.

Tengo un payaso que llora

Un sobresalto a la puerta

Un jardín seco y sin flores

Y una lengua enmudecida.

Tengo hambre sin hombre

Amor sin nombre

Esperas clandestinas

Sin bienvenidas.

Tengo un secreto en el aire

Un gran dolor en mi pecho

Un milagro que espero a la puerta

Y que nunca llega.

 Y con tantas cosas como tengo

Sin servirme  de nada

Hago limpieza y me voy

A donde me dé la gana.

 

Encarna Recio Blanco.