Madre…
Aquella madrugada era muy fría
La escarcha
paralizaba tu alma y la mía.
Decidí volar muy alto
por el ancho Cielo
Cual paloma mensajera
sin miedo.
Los buenos sentimientos que sembraste en mí.
Aquí estoy...
Crecí de
prisa siempre seguí tus consejos
Con el Recio coraje y
tú Blanco empeño.
Hoy sabes a ciencia cierta que equilibré mis raíces
Siempre por los buenos
caminos que me imbuiste.
¡Cuántas noches a
solas lloré tu ausencia!
¡Horas que no
acababan largas y espesas!
Asignaturas
pendientes que siempre irán tras de mí.
Muchos años han
pasado y sigo necesitando
Como cuando era una niña tus abrazos.
Y me acurruco a tu
lado como si fuera una colegiala.
Cuantas heridas callé
a lo largo de mi vida
Y tú cuantas me has
velado cuando nadie te veía.
En mi último libro, parto de mi alma
Quiero dedicarte mis palabras.
Siempre supiste que
eras la dueña
De mi vida, de mi corazón
y de mi alma.
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