jueves, 3 de noviembre de 2022

Madre…Aquella madrugada era muy fría.


Madre…

Aquella madrugada era muy fría

La escarcha paralizaba tu alma y la mía.

Decidí volar muy alto por el ancho Cielo

Cual paloma mensajera sin  miedo.

 Buscaba un mundo donde  poder esparcir

Los buenos sentimientos que sembraste en mí.

Aquí estoy...

Crecí de prisa siempre seguí tus consejos

Con el Recio coraje y tú Blanco empeño.

Hoy sabes a ciencia cierta que equilibré mis raíces

Siempre por los buenos caminos que me imbuiste.

¡Cuántas noches a solas lloré tu ausencia!

¡Horas que no acababan largas y espesas!         

 Los hijos que no tuve, los nietos que no te di

Asignaturas pendientes que siempre irán tras de mí.

Muchos años han pasado y sigo necesitando

 Como cuando era una niña tus abrazos.

 Oigo tu voz y te veo en tu butaca sentada

Y me acurruco a tu lado como si fuera una colegiala.

Cuantas heridas callé a lo largo de mi vida

Y tú cuantas me has velado cuando nadie te veía.

 ¡Madre!  

 En mi último libro, parto de mi alma

Quiero dedicarte  mis palabras.

Siempre supiste que eras la dueña

De mi vida, de mi corazón y de mi alma.

 (“Atardeceres de fuego”)


 Encarna Recio Blanco.



 

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