Regálame una canción
Aunque sea en la distancia.
Para que cierre mis ojos
Y te bese con el alma.
¡Dime lo que piensas y sientes,
Al recordarme!
¡Miénteme!
Pero dime que me amas…
¡Locamente!
Encarna Recio Blanco.
Regálame una canción
Aunque sea en la distancia.
Para que cierre mis ojos
Y te bese con el alma.
¡Dime lo que piensas y sientes,
Al recordarme!
¡Miénteme!
Pero dime que me amas…
¡Locamente!
Encarna Recio Blanco.
¡No lo creo todavía!
Estás llegando a mi lado y la noche es un puñado
De estrellas y de alegría.
Palpo gusto escucho y veo tu rostro, tu paso largo
Tus manos y sin embargo, todavía no lo creo.
Tu regreso tiene tanto que ver contigo y conmigo,
Que por cábala lo digo y por las dudas lo canto.
Nadie nunca te reemplaza y las cosas más triviales,
Se vuelven fundamentales porque estás llegando a casa.
Sin embargo todavía, dudo, de esta buena suerte,
Porque el cielo de tenerte me parece fantasía.
Pero vienes y es seguro, y vienes con tu mirada
Y por eso tu llegada, hace mágico el futuro.
Y aunque no siempre he entendido mis culpas y mis fracasos,
En cambio sé que en tus brazos, el mundo tiene sentido.
Y si beso la osadía y el misterio de tus labios,
No habrá dudas ni resabios te querré, más todavía.
M .Benedetti
Encarna Recio Blanco.
Nadie muere del todo, si deja sus semillas en la tierra
Regadas con los buenos sentimientos de su vida
Los
cuales germinarán algún día.
Somos trozos del fruto que madura en una tierra
Entre vientos y mareas, que nos va zarandeando
Con
fuerza y sin medida.
Con pinceles del alma dibujemos los versos en la orilla
Para
cualquier corazón, que necesite amor y
compañía.
Con las espinas y las alegrías sembraremos la cosecha,
Para
que nuestra estela siga su ruta eterna.
Nadie muere del todo, si deja en esta tierra prendidas
Sus limpias semillas.
Encarna
Recio Blanco.
Agazapada en el silencio
Aquella
tarde te llamaba a gritos,
Sentada
en la vieja estación
De
nuestros encuentros furtivos.
Las horas pasaban lentamente
Entre
aquella nebulosa peregrina,
Y
en mi cuerpo se imbuía
Como
afiladas espinas.
Trenes pasaban a gran velocidad
Sin
detenerse en aquella estación,
Chirriando
se perdían de mi vista
Entre
los hierros de la negra vía.
Pasaron muchos trenes esa tarde
Muchos,
de ninguno te vi bajar
Me
volví con mis silencios
Y
me propuse no esperarte más.
Encarna
Recio Blanco.
Se han alocado mis musas
No las puedo sujetar
En mi mente se amontonan
Y a la vez, quieren hablar.
Unas me dictan de amor
Las otras, de soledad
Otras de la primavera
Cuando se asoma el azahar.
De la lluvia cuando el cielo
Tiene ganas de llorar.
De los ojos de una hembra
Cuando enamorada está.
De un prisionero en la cárcel
Cumpliendo una vil condena
Por una pena de amor
Que le ata a sus cadenas.
¡Parad! ¡Parad! que no puedo
Dar rienda suelta a mis dedos,
Que mi mente está estancada
¡Solamente… en un te quiero!
Encarna Recio Blanco.