Tengo ganas de llorar
Y
me he puesto a reír.
Sin ton, ni son…
Sin
ti, y sin mí.
Encarna Recio Blanco.
Tengo ganas de llorar
Y
me he puesto a reír.
Sin ton, ni son…
Sin
ti, y sin mí.
Encarna Recio Blanco.
¡Vete
ya mi vida, vete con ella!
Y
olvida si puedes a esta loca fiera.
Que
sabe querer como única hembra
Al
hombre vedado de fuego y de arena.
De anillos mohosos, de risas inciertas
De
noches sin lunas, ni estrellas.
De
sueños ajados detrás de la puerta
De ese
campanario que nadie olfatea.
Detrás de la gente que miran y esperan
Que
toquen a boda sin novia a la puerta.
¡Vete
ya mi vida, vete con ella!
Que ya no puedo seguir por tu senda.
Me la han cerrado tras largas esperas.
Y no puedo verte tras la espesa niebla.
Te
grito en la noche y sé que me oyes.
Y sé de
tus sueños y de tus temores.
Y sé de tus cuitas aunque no las digas.
Y sé del
calvario que tienes, mi vida.
Yo sé
que me amas aunque sea a escondidas
Por ese
calvario con tu cruz prendida.
Y teniendo mil fuerzas renuncio con mucho
Dolor al ver lo cobarde que fuiste mi amor.
Te dejo
con tus Dolores
Con tu desventura, y tus sinsabores.
Vete con ella… y con sus riquezas
La que en
su dedo lleva el anillo…
¡De tu
condena!
Encarna
Recio Blanco.
Necesito la calma del mar.
Aire
limpio para respirar.
Encontrarme
contigo y conmigo
En
la soledad.
Con la distancia me encaro.
Con
el silencio me alío.
Lejos
del mundo y de todos hoy…
Me
despido.
Encarna Recio Blanco.
Me
olvidé de decirte, muchas cosas en el alba
Cuando
la luna risueña me dictaba
Las
cartas que te mandaba.
Me olvidé de pedirte, los besos que no me diste
Las
promesas que callabas
Y
lo que no me dijiste.
Me olvidé de rebuscar, más la verdad en tu alma
Porque
creía firmemente
Que
me amabas.
Me olvidé de rezarte, una plegaria al pensar
Que el buen Dios a los dos
Nos perdonaba.
Me olvidé, que tenías dueña y otra vida…
Pero
mi corazón me repetía
Que
era a mí a quien querías.
Me olvidé de reclamarte, más amor
Del que me dabas, el fuego, la pasión
Y
todas tus esperanzas.
No me olvidaré decirte, una vez más…
Que
te quise y que te quiero
Hasta
que mi corazón
Deje
de latir por este sueño.
Encarna Recio Blanco.
¡Ya te llamo yo!
No era el mensaje de una paloma, ni unas líneas despistadas,
Ni una oración gramatical, ni el vaticinio de una carta del tarot
Falsificada.
Era una frase de hielo saturada, una sentencia penada,
La miel envenenada, una borrachera de miedos, y de espadas.
¡Ya te llamo yo!
Y me senté en el banco de la plaza esperando la a la muerte,
Con la vida que yacía entre brumas de negras cenizas.
¡Ya te llamo yo!
Seguía esperando a las puertas del olvido, en las murallas
Del hambre, en los acantilados de la esperanza, aquella llamada.
Mayo se despedía del almanaque y aquella frase
Ya te llamo yo, se deshojó cayendo desplomada...
En un adiós cobarde y sin palabras.
Encarna Recio Blanco.