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domingo, 27 de octubre de 2019

Esta madrugada tengo mucho frío...

Esta madrugada  tengo mucho frío.

 Necesito un abrazo con urgencia.

El regazo de mi madre

Y el calor de su presencia.


Un abrazo fuerte,

Que me tronche hasta los huesos.

 Que me avive, y me  arrebuje,

El alma, y el  cuerpo.


Necesito unos besos de cariño.

Unas palabras de calma.

Alguien, que no tenga prisa

 Para irse a su casa.


Tengo mucho frío, esta madrugada.

Donde no oigo ni al viento,

Ni al grillo, ni a la chicharra,

Ni al reloj de la ermita que calla.

 

 Necesito unas palabras esta noche

Animadas.

Alguien que me pregunte…

¿Qué es lo que te pasa?

 

 Tengo aterido mi cuerpo

Que tiembla, cual una gacela

Sola y descarriada,

Sin saber el motivo, ni la causa.

 

La madrugada saluda a la Aurora

 Que viene despistada.

Y yo sigo pidiendo al Cielo…

Un abrazo de esperanzas.

 

Encarna Recio Blanco.








sábado, 6 de octubre de 2018

A nadie diré que de ti...


A nadie diré que de ti me enamoré.

Ni lo que vi en tu mirada

Si era fuego, o escarcha.

Tenías  un candado en el alma.

El corazón sin llamas en aquella mansión

Sin puertas, ni ventanas.

Fuiste la llave de mi puerta cerrada.

Témpano de hielo, en mi hoguera que estallaba.

No diré a nadie que de ti me enamoré,

Porque ya tenías esposa, en otro cuartel.

Nuestros mundos tan opuestos y tú, portando las arras

De aquel funesto festín sin el pan, y sin el agua.

Se encargaron de avisarme las lenguas mundanas

Que eras un ladrón fugado de otra jaula.

Lo fuiste todo en mi vida, el fuego y el hielo.

La tormenta y el pedrisco, el cielo y el infierno.

A pesar que te quería más que a mi vida…

Hice mis maletas y volé de tu vista.

Sé que conociste conmigo el amor,

Pero  fuiste muy cobarde…

¡En tan triste decisión!


Encarna  Recio Blanco.





viernes, 14 de junio de 2013

Ya te llamo yo...



¡Ya te llamo yo!

No era el mensaje de una paloma, ni unas líneas despistadas,

Ni una oración gramatical, ni el vaticinio de una carta del tarot

 Falsificada.

Era una frase de hielo saturada, una sentencia penada,

La miel envenenada, una borrachera de miedos, y de espadas.

 ¡Ya te llamo yo!

 Y me senté en el banco de la plaza esperando la  a la muerte,

Con la vida que yacía entre brumas de negras cenizas.

 ¡Ya te llamo yo!

Seguía esperando a las puertas del olvido, en las murallas

Del hambre, en los acantilados de la esperanza, aquella llamada.

Mayo se despedía del almanaque y aquella frase

Ya te llamo yo, se deshojó cayendo desplomada...

En un adiós cobarde  y sin palabras.

 

Encarna Recio Blanco.