Mis manos peregrinas hoy,
quieren sembrar palabras, palabras que
hablen de Libertad.
Libertad para escribir,
para pensar, sentir, elegir, siendo consciente de no hacer daño a los demás con
mis decisiones, y seguir siendo quien soy, sin importarme lo que piensen o digan los otros.
Sentir y madurar lo que
pienso, y no lo que esperan los demás, donde quiero estar en cada momento, y afrontando
por supuesto, los riesgos de ello.
Buscar aquello que
añoro, que necesito, que deseo, sin esperar la venía de nadie para conseguirlo.
A veces, los caminos de mi vida son difíciles, pero me pongo a
Indagar soluciones e intentar encontrar otros menos pedregosos, elegir qué hacer
con lo que me pasa, y como apartar las controversias para continuar, nunca me
he querido enamorar de las cadenas que nos atan a este mundo.
Mi sensación a veces de
libertad, es intransferible, pero…respiro
hondo, me trago los vientos, miro al
cielo y me imbuyo en él, por la puerta que algún ángel despistado, ha dejado abierta, y me siento volar en mi
propia libertad.
Me siente feliz cuando
he tomado conciencia, de que todo lo que me pasa es, el fruto de mi elección.
La libertad no es la ausencia de reglas, es un
proceso de autorregulación, donde el no hacer daño a los demás, es la única
norma de mi vida y de sentirme en Paz conmigo misma.
En cambio, el libertinaje es otra cosa, puede
ser la excusa de nuestros opresores que quieren a veces, regular la libertad, a lo que no estoy dispuesta.
De nada me sirve ser libre sin ejercerlo, ni
pedir a los demás que me liberen, porque la libertad, soy yo.
No anido odio en mi
corazón, y procuro tener la conciencia limpia a diario, sin quejarme, para no
tener los barrotes de la amargura a mi lado.
Decía “Virginia Woolf”
que no hay barrera, cerradura, ni cerrojos que pueda imponer a la libertad de
mi mente.
Esa es la única prisión donde
quiero estar, ¡Mi felicidad! ¡Mi libertad! Y sobre todo, la Paz, para el Mundo entero.
Encarna
Recio Blanco.