miércoles, 6 de enero de 2016

No me gusta ver que el monte se queme...

 

No me gusta ver que el monte se queme.

Ni  que en los hospitales las camas escaseen.

Ni que los hombres maten a sangría fría a su mujer

A su amante, a sus hijos, o a la madre que les dio la vida.

No me gusta que en las manos se porten fusiles.

Que las casas estén ateridas, ni que a los niños

 Les falte comida y abrazos, ni a los solos la compañía.

 No quiero que el amor se pague, ni que con la sangre

Se riegue la tierra, ni que aquel  que trabaje no coma

Ni  que al que llora, no se le consuele.

No quiero ver  cuerpos andantes sin vida en sus ojos.

Ni las opulencias de los egoístas, atesorando banales tesoros.

 No quiero ver odio en los corazones, ni indiferencias

Maltrechas, caminando con pasos amilanados, por las frías aceras.

No quiero oler la droga en los puertos, ni las cárceles

Llenas de penas, ni a los inocentes clamando

Por las justicias que los condena.

No quiero  ver por los aires que se ondulen banderas.

Ni que el mar se divida en porciones.

Ni que al barbecho le falte la siembra.

No quiero ver hemiciclos tan llenos de fieras

Legislando a diestro y siniestro, sin sangre en las venas.

No quiero ver manos tendidas, a las puertas de una iglesia.

Ni a rufianes con coronas en cabezas huecas.

No quiero ver el mundo cual polvorín, pendiente de una mecha

Que tarde o temprano, saltará, dejando en cenizas

La faz de esta tierra.

¡Que nadie ose cortarme las manos para que no escriba!

¡Ni ponerme una venda en mi boca, para que no grite!

 

Encarna  Recio Blanco.




Te quiero entre mi piel cuando arde.

 

Te quiero entre mi piel cuando arde.

Te quiero en mis caminos entre rocas.

Entre la espina de nuestro destino

y en la soledad de mi alcoba.

 Te quiero en mis otoños con más fuerzas.

En la distancia de nuestras primaveras.

En el despertar sin tu abrazo

Y en el filo de la espera.

Te quiero por siempre

Y para siempre…

Hasta que el último suspiro

Salga de mi boca.

 

Encarna Recio Blanco.




martes, 5 de enero de 2016

Queridos Reyes Magos: Este año solo quiero...


Queridos Reyes Magos:

 Este año solo quiero con mi carta, daros las gracias por los regalos del año pasado, voy tan liada, que no me dio tiempo ni de agradecerlo mi más sincero agradecimiento por ello.

 Fuisteis  muy generosos conmigo, llegasteis cargados a mi balcón  dejándome mucho más de lo que os  había pedido, y como vosotros sabéis, eran cosas que no eran tangibles ni  se pueden coger con las manos, pero que las atesoré con gran ahínco en mi corazón, para después  irlas repartiendo una a una a todos aquellos que las necesitaban más que yo.

 No he perdido la ilusión, ni  los sueños que anidan en mi corazón, ni las ganas de trabajar, ni la alegría de vivir, ni las ansias de saborear unos besos.

He vivido cada segundo de mi vida como si fuera el último, animando a la ilusión, faenando con mi impaciencia, soportando las ausencias, gateando por los tejados en busca de enmienda, quitando de las manos de los violentos, los fusiles, robándoles el rosario a las beatas de mi iglesia, encarándome en las filas del paro, con los mandatarios de tres al cuarto, que no tienen vergüenza.

  Cosiendo y bordando una nueva bandera, intentando tapar la boca a los que solo saben mentir, para llenar sus carteras, he llorado y he reído al ver la gratitud en los ojos de un errabundo compartiendo mi mesa.

Durante este año he seguido aquellos sabios consejos que os pedía y que vosotros tan generosamente, me escribisteis en aquel pergamino dorado.

 He tenido un poco más de paciencia de lo habitual, y mira que es difícil, en estos momentos en los que el mundo va a una velocidad de vértigo.

He seguido llenando folios con mis sentimientos, aunque solo sea el viento el que luego se encarga de expandir por el Cielo.

 Aquella Paz que os pedía también la he ido distribuyendo con mesura, pues estamos tan necesitados de ella, que se me ha quedado un poco corta al quererla repartir, la he estirado lo más posible, pero me ha faltado, si os sobra podéis dejarme un poquito más este año.

 Queridos Reyes Magos…Podéis dejarme el trozo de carbón que me he ganado, ya que no he podido dejar de fumar, y eso que lo he intentado varias veces, a ver si este año puedo conseguirlo.

Os quiere esta mujer-niña que aunque ya va siendo un poco mayor, nunca ha querido perder la ingenuidad de cuando era una niña.

 

Encarna Recio Blanco.

 

 


martes, 29 de diciembre de 2015

Ya no me quedan esperas ni llegadas


Ya no me quedan esperas ni llegadas.

Ni farolas mohosas ni posadas.

Ni desiertos de arenas donde enterrarlas.

Tengo las fuerzas desgastadas de tanto usarlas,

En la tremenda porfía de mis esperanzas.

Ya sólo quiero dormir con la Paz abrazada.

 Estoy  muy cansada, muy cansada…

¡De tantas batallas!

 

Encarna Recio Blanco.





viernes, 25 de diciembre de 2015

La tarde otoñal languidecía


La tarde otoñal languidecía, con ese color amarillento que adormece, iba despistada y a nadie veía. Unas campanas  en la iglesia me sobresaltaron, y al alzar la vista te vi, venias caminando con pasos trémulos, te acercabas, no me lo creía, fueron tantos años de ausencia, no podía ser,¿ Estaría soñando?

 Quise correr, esconderme, fulminarme, evaporarme, pero frente a mí, tus pasos se detuvieron. Todos los recuerdos de pronto llegaron a mi mente, tus ojos altivos de arriba abajo me examinaron, con una sarcástica sonrisa me dijo: ¿Cómo estás? ¿Tú qué crees? le  dije con una sonrisa diabólica en mi boca.

 Se torno la tarde en ese instante en duda, espanto, guerra, fuego, se llenó de lluvia, de llanto, de sueños dormidos, que se despertaron.

 Sus ojos, aquellos ojos que tantas veces besé mientras dormía me desnudaron, y un escalofrió  recorrió mi cuerpo que estaba temblando. Este cuerpo que fue suyo tantas veces, ahora cual lirio trasnochado, quería estar sereno, pero sin lograrlo.

 Tú cual ladrón robando, entrabas en mi vida nuevamente, sin pedir permiso, como en  aquellos años, y como un volcán que estaba sangrando, se desparramaron, los minutos, los  días, los años, que fueron mi sueño y mi engaño.

 Le miré a los ojos, sin que él notara mi gran sobresalto, dibujé una mueca  llena de sarcasmo, era mi antifaz, y empecé a actuar en esta comedia, que terminó siendo drama y que él había empezado.

 Te vi, sin sentirte, me hiciste tanto daño, que ahora soy yo la que le digo: Sigue tu camino, el mío, está ocupado.

Encarna Recio Blanco.





sábado, 19 de diciembre de 2015

¡Silencio…silencio…silencio!


 ¡Silencio…silencio…silencio!

Que calle el mundo un momento

Que está a punto de nacer un niño…

¡Que  ya está naciendo!!!

La luz del Cielo baja

La nieve  se cuajó

La estrella guía a los Magos

Oro, incienso y mirra en el zurrón.

Van a adorar a un niño

Que entre pajas sonríe

Aún sabiendo que le espera

El martirio de una cruz.

En bandadas los Ángeles

Entre estrellas y luceros

Se afanan para adorar

Al Rey de los Cielos.

Alrededor de unos troncos

De unos encendidos robles

Los pastores se apiñan

Con zambombas y tambores.

En los nudosos rediles

Las ovejitas se esconden

Detrás del frío portal

Beben nieve y piensan, que comen.

La noche huele a romero

La luna  derrama pureza por el sendero

Y la tierra en un instante…

De Paz está floreciendo.

Desde mis ventanas

Veía mil lucecitas

Y eran las estrellas

Que estaban loquitas.

Brillaban… brillaban

Corrían veloz

Muy contenta gritaba:

¡Ha nacido Dios!

¡Hosanna en las alturas!

El Niño nos llegó

Que cante el Mundo entero

Un villancico de amor.

Vengo de la Extremadura

De la Extremadura vengo

Y al niño Jesús le traigo

Mis poesías en un cesto.

Gloria a Dios en las alturas,

Paz en la tierra a los hombres.

Dios ha nacido en Belén

En esta dichosa noche.

Un niño recién nacido,

Que Hombre y Dios…

Tiene por nombre.

 

Encarna Recio Blanco.