De mi
cuerpo te adentras
Recorriendo todas las estaciones
De mis
puertos.
El mar que se desprende
De mi
piel que agónica
Se
entrega al placer
Sin
importarme…
El adiós amargo
Que se
avecina
Con el
amanecer.
De mi
cuerpo te adentras
Recorriendo todas las estaciones
De mis
puertos.
El mar que se desprende
De mi
piel que agónica
Se
entrega al placer
Sin
importarme…
El adiós amargo
Que se
avecina
Con el
amanecer.
Para todos aquellos que nunca conocieron el amor.
Para los que incansablemente lo buscaron y nunca
Lo encontraron.
Para todos aquellos que hoy, nadie le
dará un beso ni les dirá te
Quiero.
Para aquel que se quedó sin su medio corazón.
Para el mendigo que busca un abrazo
Y le dan migajas.
Para los que están entre rejas, pagando sus
Culpas por un error.
Para los que imploran unos besos, y
nadie les oye.
Para aquel que se encuentre solamente
Con su soledad.
Para aquellos que hoy, no pueden comer
Ni un pedazo de pan.
Para todos aquellos que se quedaron
sin sus casas
Por culpa de los usureros de negras
entrañas.
Para los que duermen en las calles envueltos
Entre cartones.
Para los que escriben al Amor y a la Paz
y sus letras
Se pierden entre basuras.
Para aquellas mujeres que venden sus
cuerpos
Por unas monedas con su cruz a cuesta.
Para los que regalan amor cada día y nadie les entiende.
Para los marginados que huyen de una sociedad
Llena de fieras.
Para todos ellos, mi amor, mis besos y
mis te quieros.
Encarna Recio Blanco.
Ya
no me quedan rincones en el mundo donde buscarte
Ni
caminos, que siempre me llevan a ninguna parte
No
me quedan palabras en mi alfabeto para nombrarte
Ni suspiros en mi garganta para llamarte.
Ya no me quedan ganas de oír al mundo
Envuelto
en marañas, traiciones olvidos y humos
Con
las pieles secas, con los ojos húmedos
Lleno de guerras, desamores, desazones y de lutos.
Ya no tengo ganas de vivir en esta penuria
Donde
la alegría se me evaporó por un conjuro
Donde
el amor me robó un sicario sin cuchillo
Para
dárselo a una diosa de cera…
Porque
era suyo.
Queridos amigos de tierras lejanas
De tierras cercanas.
Os deseo en este año recién estrenado
Que
tengáis siempre un sueño por conseguir.
Gratitud por los buenos momentos vividos.
Esperanzas para alcanzar todas vuestras metas.
Y sobre todo, muchas razones para sonreír.
Os mando mis buenos deseos en un joyero lleno de Paz
De alegrías, sellada con la mejor de mi sonrisa
Y llena de cálidos abrazos.
Recibamos pues, amigos este año con la alegría
Y el entusiasmo, que nos brinda la vida,
envueltos
Siempre en…poesías.
Encarna Recio Blanco.
En esta tarde otoñal
llora el Cielo, le pregunto y no obtengo respuesta.
Lánguidas mis manos se
desperezan, buscando… ¿qué buscan?
¡Pues en marcha, voy a daros faena!
En esta tarde tan negra me gustaría volar y volar por un Cielo en calma.
Con las alas recién
estrenadas de cualquier ángel despistado
Que se haya quedado
dormido en mi cama.
Me gustaría…acorralar a la miseria y detenerla. Ponerle grilletes a los forajidos
Que envuelven sus
vergüenzas con trajes de marcas.
Amamantar a los niños
sin madres y darles cobijo en mi alma.
Me gustaría…aliarme con la alegría y reír, reír, hasta que se me rompan las quijadas. Bañarme desnuda en el mar un amanecer y que sus olas sosegaran mis ansias.
Perderme en un mundo donde solo existieran Soles, flores, y Lunas encandiladas.
Emborracharme de poesías
y de buena compañía, beber de sus labios
y envenenarme, hasta caer desfallecida.
Me gustaría irme, donde pudiera enamorarme del viento. Donde consiguiera pelearme con la soledad.
Hacer una hoguera con el
maldito dinero y que brillaran las cruces en los cementerios y abrir los barrotes de aquellos inocentes, que
estén presos.
Me gustaría irme…donde lograra llorar y a reír a un tiempo por aquel truhán que un día me dijo; Te quiero. Adosarme a un tren sin raíles y seguir esperando
Otra media vida hasta
que aparezca el hombre que más quiero.
Esta tarde me gustaría, salir corriendo de esta maldita oscuridad.
De tantos sinsabores, de
mis incontrolados miedos.
Del sueño que siempre he
tenido y que el funesto destino no quiso concedérmelo.
En mi orfandad, mendigo a la Justicia Divina para que el Cielo deje de llorar.
En esta tarde de otoño
sombría, donde mis musas despiertas me dicen:
¡Que deje de llorar!
Encarna Recio Blanco.