martes, 13 de diciembre de 2016

La soledad a veces-Reflexiones-


La soledad es a veces un refugio, un lugar, un espacio donde calmar los miedos, donde encontrarse  con nosotros mismos, con nuestros pensamientos, sentimientos, dudas, temores y demás familia.

 Eso es lo que tiene la soledad, que en pequeñas dosis es buena, es buena, cuando la elegimos nosotros, pero cuando aparece sin querer estar con ella, es la peor de las compañías.

Tenemos  que aprender a estar solos con nosotros mismos, a convivir con nuestras soledades, como la mejor, o la peor de las compañías, pero  hay veces, que la soledad duele, y puede ser, el más grande de los martirios.

El otro día fui a dar un recital de poesías a un Centro Social, cuando traspasaba aquellas puertas, mi corazón empezó a latir de una forma acelerada al ver, la cantidad de viejecitos, sentados en sus sillas de ruedas, al ver aquellos  ojos sin la ilusión en ellos ,  con la mirada perdida muchos de ellos, al ver que aunque estaban muy cuidados, todos ellos estaban solos, muy solos, con la soledad del alma, de los recuerdos de sus familias.

Uno tras de otro,  me fueron contando sus historias, unos con el abandono de sus hijos, otros porque sus esposas ya se habían marchado para siempre, otros porque no tenían a nadie en el mundo,  se me encogía el corazón a cada minuto  al ver, aquel panorama tan lleno de soledades.

Así es que ni corta ni perezosa me puse las lentejuelas ,el abanico de plumas, los collares, me puse las  pestañas postizas y empecé a recitarles sátiras  alegres,  sainetes, poesías, se me pasaron dos horas oyéndoles  reír a carcajadas  aquellos  viejecitos, estaban alegres,que hacía mucho tiempo que no se lo pasaban tan alegremente y tan bien.

Cuando volví a mi casa rota y cansada de tanto dar… ¿Sabéis con quien me encontré al abrir la puerta de mi casa? Pues allí estaba ella…allí estaba la maldita soledad,  la increpé de mal humor y le dije: ven que tú y yo, tenemos que hablar.


Encarna Recio Blanco.




lunes, 12 de diciembre de 2016

Hoy quiero comenzar estas letras...


Hoy quiero comenzar estas letras con el Recio coraje

 Que me llena, Y al instante se escapa, por la corriente

Estrepitosa de mis venas.

Ya estoy cansada de reír a carcajadas, entre payasos

De feria, sin que ninguno perciba que llevo,

La carga del llanto a cuestas.

Ya estoy harta del  maquillaje dorado

De los días de fiesta,

 Sonriendo  a diestro y siniestro, entre bufones

De estómagos llenos.

 Ya estoy indignada de ver a otra mujer por los suelos

A manos de un amante,  de un esposo,

De un hermano o de su propio hijo.

Ya estoy que ardo en el fuego, de las injusticias

 De los  desahuciados, de los políticos que amañan

Contratas, hacia sus paraísos.

De las leyes envueltas en togas mohosas

Que dictan sentencias, a los poderosos

Que salen indemnes, y a los indefensos

Metidos entre rejas.

 Hoy estoy con el Recio coraje en mis huesos

Que ya no soportan, ni a mi esqueleto

Al ver que los mendigos harapientos,

Duermen sin mantas por los suelos.

Hoy quiero terminar mis letras vestida

De un  Blanco inmaculado, para pedirle

A Dios, postrada ante sus pies,

Que si su Justicia Divina, no nos ampara...

 Estamos muertos... aquí en la tierra.

 

 Encarna Recio Blanco.




sábado, 10 de diciembre de 2016

Me prohibieron los Cielos amarte...


Me prohibieron los Cielos amarte,

El brillo de tus ojos  me negó,

Mi cuerpo entre tus abrazos

Y el fuego de tus labios.

 Caminé con el martirio

De verte entre la escarcha y la marea,

Cuando la luz del sol  desaparecía

Era la luna quien me acogía.

Murieron  entonces las gaviotas

De los mares de la tierra

Se secaron los ríos y las fuentes,

Y las nubes se tornaron amarillas.

A vivir me condenaron de rodillas

Mis sueños  despertaron a la ira,

Aún sabiendo el buen Dios, que mi vida,

De ti dependía.

El suicidio de mi calma fue rotundo,

En mi alma sembré melancolía,

Al ver que con grilletes te llevaban

Hacia un castillo de arenas movedizas.

No tiene culpa la sangre que derramo

Ni del fuego que  a los dos nos consumía

El difunto ya se nota en el ambiente

Con el tañer, de campanadas enmohecidas.

Me vetaron  tu mirada a media noche,

Del aroma que tu cuerpo desprendía,

Del silencio de las horas sin relojes

Cuando la madrugada nos sorprendía.

A  los surcos de mi vientre  le negaron

Tu semilla, en constantes desvelos

Mis noches, regaban de besos

La cama, donde te dormías.

Mi corazón  a latir ya resiste,

Le dieron vacaciones de por vida,

Que es lo mismo, que matarlo…

¡A sangre fría!


Encarna Recio Blanco.






jueves, 8 de diciembre de 2016

Se duerme la noche...


Se duerme la noche está muy cansada,

De ver a un mendigo tirado en la plaza.

 Se despierta el alba de mala manera,

Viendo que a un chiquillo lo mató la guerra.

La luna se  esconde tras de las montañas,

Con mucha vergüenza de ver, tantas armas.

 Se avecina la tormenta por las colinas,

Para espantar a las mentes ennegrecidas.

Ya duermen los niños, se cierran las guerras,

Amantes perdidos trajinan con penas.

 Salen los bohemios de sus madrigueras,

Para recitar sus versos, en una plazuela.

 Las brujas murmuran detrás de las rejas,

Cuando ven besarse a dos quinceañeras.

 Se despierta el alba de mala manera,

Viendo como escribo en una palmera.

  

Encarna Recio Blanco.




miércoles, 7 de diciembre de 2016

No quiero guardar mis versos...


No quiero guardar mis versos en arcones de madera.

Quiero que vean la luz de este sol que hay en tierra.

Quiero que vean los ojos de seres que van con pena,

 De aquellos que enamorados,  brillan más que las estrellas.

Quiero que salten gozosos por las brisas marineras

O cuando las rosas se abren en floridas primaveras

En otoños amarillos cuando las musas despiertan

 Arrancando las espinas del corazón de una hembra.

Quiero que prueben la sal de unas aguas cristalinas

De mares que están en calma con sirenas cantarinas

Que bailen entre tormentas cuando los Cielos se irritan

 Y que sus rayos iluminen el corazón de aquel, que las sienta.

No quiero esconder mis versos en arcones de madera

Quiero que vean las lágrimas del dolor y de la pena

De la alegría, el amor, el desamor, las tristezas

De la rabia,  la tortura, del hambre y la guerra.

No soy trovador y escribo, soy transgresor de las letras

Ni me importan los veredictos del mundo ¡No soy poeta!

 

Encarna Recio Blanco.




domingo, 4 de diciembre de 2016

En los momento más inesperados (Reflexiones)


En los momento más inesperados de nuestra vida, suceden las cosas más, inverosímiles, justo cuando creemos que nuestra vida no puede ir a peor, en ese instante, en el que tiramos la toalla por la borda de nuestro barco, que está a punto de naufragar.

Entonces, nos  llega un nuevo camino, en forma de lo que sea, en el lugar más insospechado y bajo el antifaz más extraño.

Por lo inesperado, nos deja totalmente paralizados, como si el mundo antes, no hubiera existido, como si no fuéramos nada más, que ese tren, que espera en la vía adormilado, para que ese transeúnte, que quiera emprender un viaje.

Empezamos entonces a pensar, que nuestras tormentas fueron pasajeras, y que esos  malos presagios se convierten de repente en  ilusiones, con un ápice de enorme de realidad.

Las pieles gastadas se rejuvenecen, como si la vida, nos diera una segunda oportunidad, y aunque no estamos seguros de poder contra el viento, la sensación es increíble, se nos olvida la lucha contra el mundo, y aunque nunca hemos visto a Dios en persona, dibujamos sus formas en las sabanas blancas de nuestro lecho.

Cuando menos te lo esperas, surge el milagro detrás de una calle, en  forma de paloma, en alas de un destino despistado, de un corazón lleno de espinas, o entre los que circulan a tu paso, tal vez, con las mismas agonías.

Es imposible comprender el por qué de estas cosas, sin preguntar nada, entonces comprendemos, que ha llegado nuestro momento, aunque realmente seamos incapaces de saber con exactitud, cuánto nos durará esa felicidad, la Cruz del calvario, se nos antoja lejana, y en esas nubes, no queremos bajar a la tierra y todo  empieza a ser conmovedor.

En esta vida, lo que más daño nos hace, son las espinas del amor en toda su grandeza, cuando nuestros padres se marchan para siempre, cuando una enfermedad nos  fustiga, cuando nuestros hijos sufren, cuando la penuria nos persigue, y cuando ves que tu corazón, no puede más con la carga.

En los momentos más inesperados, aparece el milagro, puede ser tarde para algunos, y puede ser pronto para otros.

 El  día que tengamos que partir para siempre, pronto  o tarde, nos iremos con nuestras maletas llenas de ilusiones incumplidas, de pecados cometidos, sin pensar en esos momentos, que  sólo hay un motivo que nos pueda salvar, solo uno, y ese será, haber vivido cada día de nuestra vida, repartiendo amor.

 Encarna Recio Blanco.