jueves, 10 de mayo de 2012

Añoro...





Añoro tus palabras
tu mirada y tu sonrisa.
Añoro aquellos tiempos
que se fueron tan aprisa.

La vida pasa veloz
y casi sin darnos cuenta
vamos dejando regueros
de lágrimas y sonrisas.



Encarna Recio Blanco







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domingo, 6 de mayo de 2012

Madres...Madre..



Hoy mi recuerdo es para todas las madres del Mundo entero
pero especialmente…Para  esas madres que no están con sus hijos
arrebatados por algún  judas maquiavélico.

Por las que tienen a sus hijos en hospitales.
Por las que están en un asilo solas  y no han sido visitadas.
 Por las que perdieron a su hijo a la vuelta de una esquina.
Por las que al momento de parir se lo robaron
 diciéndoles  que había muerto.

Por las que no tiene comida para mantenerlos.
Por las que tienen que prostituirse a escondidas
  lejos de su familia para poder subsistir por ellos.

Por todas  mi más profundo abrazo y mi respeto.
Para mi madre querida, con sus noventa y cinco años
decirla que la quiero.




Encarna Recio Blanco





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jueves, 3 de mayo de 2012

La cruz de Mayo





Hoy  en mi jardín
había una cruz  hecha  de flores
engarzada de jazmines
y de bellos colores.

No sé quien la hizo
ni como apareció
pues no tengo jardinero
ni supervisor.

Mi corazón me dijo:
Quien me la hizo
para olvidarme de la otra Cruz
 que llevo conmigo.


Encarna Recio Blanco





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miércoles, 2 de mayo de 2012

En el pecho una llama de





En el pecho una llama de esperanza
clamaba y se empeñaba  por salir.
En el alma guardaba la ilusión
de que volvieras a mí.

Pero el orgullo quiso
nuestros pasos invertir
y cruzando la frontera del olvido
Nos perdimos por allí. 


Encarna Recio Blanco





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lunes, 23 de abril de 2012

Compañero de la vida





El mejor compañero de la vida.
El que nunca te falla.
El que siempre está a tu lado
y el que te llena el alma.

El libro en tus manos
es la mejor de las armas,
con él se pueden ganar
las más duras batallas.


Encarna Recio Blanco






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jueves, 19 de abril de 2012

Juntos en el infinito




Se volvieron a unir nuestras manos
y volvieron a mirarse nuestros ojos.
Ni el tiempo ni la distancia
despedazó aquel tesoro.

Cada cual por su camino
rumbos rotos sin destino
lejos el uno  del otro,
pero  a la vez, tan unidos.

  Nadie advirtió aquel lenguaje.
Nadie supo si sufrimos
ni el nudo en nuestra garganta
ahogándonos el suspiro.

Se volvieron a juntar nuestras manos
para un adiós definitivo
Nuestras almas quedaron
juntas en el infinito.


Encarna Recio Blanco




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