Estoy triste...
Muy triste
esta noche, recordando a mi madre.
Mis lágrimas
se desploman y no tienen consuelo de nadie.
Pido cuentas a
Dios esta noche en un Padre Nuestro quejoso y sin aire,
En las horas
dormidas de este amanecer que me tiene cual presa en la cárcel.
Ya no tengo su
aroma ¡Dios mío! Ni su voz que me dice que calle,
Ni sus besos
tan dulces de azúcar, ni su mirada suave que me calme.
No despiertan
susurros maternos solo la ventisca de un otoño infiel
Que aquella
madrugada segó su vida para arrasarme.
Solo el dolor
me acompaña y la fría brisa de este amanecer
Me cala los
huesos, me hiela la sangre y entumecida, no puedo levantarme.
Ni una
estrella se asoma en los cielos. Ni un cencerro berrea en la calle.
Ni su tibio
regazo acunándome con el brillo de sus ojos al besarme.
Estoy
triste…muy triste esta noche y nadie viene a consolarme.
Ni el pobre
mendigo que veo asentado en el banco cada noche,
Tras de
mis cristales.
Ni las
campanas esta noche quieren dar las horas, permanecen mudas
Para que
mis musas, no se asusten y me dejen… más sola.
El misterio de
la muerte se asoma sin que nadie pueda descifrarle.
Sólo la
desolación me acompaña en esta noche interminable.
¡Ni el
saber que está en los Cielo me calma! ¡Dios mío!
Ni que vino a
por ella…La Santa Madre. Ni que allí ya no tenga dolores.
Ni que esté
con mi padre.
¡Estoy
triste…muy triste esta noche! ¡Madre!
Encarna Recio Blanco.