Un credo impío.
Un diputado se queja
Dos curas sin el rosario,
Y una monja, con su cruz a cuesta.
Unas velas encendidas
Que a nadie alumbran.
Un vagabundo cantando
Sin un mendrugo.
Un país que se disgrega.
Una tierra que se seca.
Unos mares con fronteras
Y unas guerras, que no cesan.
Unos robando a manos llenas
Sin antifaces ni metralletas
En hemiciclos que parecen
El circo de las pendencias.
Por mar y por tierra cuerpos
Que se escapan en pateras
Huyendo de la esclavitud,
Del hambre y de la miseria.
Todo el mundo calla y otorga.
Ya no escriben los poetas…
Sólo el poder y el dinero
Son los dueños de esta fiesta.
¡Qué pena Señor! ¡Que pena!
Encarna Recio Blanco.
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