Apresaron mis manos de repente
Unas palomas, no quieren soltarse,
Parecen decirme que me afane,
En la sublime tarea de la labranza
Me exigen que confiese mis pecados,
Sentimientos, y deseos, y ellas cuales jueces
Dictarán la sentencia, si soy inocente, o reo.
En la cima de un roble, han posado mis manos.
A lo lejos los zagales, vienen candando,
Hacia el tentadero, con los becerros adormilados.
Me han traído pámpanos ambarinos,
Estolones de sarmientos,
Y en sus picos, unas gotas de agua
Para que me sirvan de tintero.
Haciendo un círculo han permanecido
Silenciosas las palomas, viendo como escribo
Con sus plumas y el tintero
En la cima de este roble amarillento.
Les he dejado mis folios, prendidos
De este tronco y del viento,
Y han dejado mis manos
Entre sus hijos, recién nacidos.
…Y aquí bajo éste roble sigo esperando
Que bajen las palomas de sus nidos,
Para que me den…su veredicto.
Encarna Recio Blanco.
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