lunes, 6 de octubre de 2014

Emigro hasta los bosques...



Emigro hasta los bosques

Escalo las montañas

Busco  trigo limpio

En tierras mojadas.

Sobre la escarcha duermo

Me cubre la mejorana

Y me  oculta de los forajidos

Que portan navajas.

Colmada de soles llega la mañana

Y el trino de mil golondrinas

Aletean gozosas

En mi verde cama.

Platico con el silencio

Espanto al dolor

 Me alío con la libertad

Y sigo buscando incansable...

¡El amor! ¡El amor!

  

Encarna Recio Blanco.




sábado, 20 de septiembre de 2014

Aquella tarde intenté ser jardinera...




Aquella tarde intenté ser jardinera

Trepando aquel árbol

Con calor y sin fuerzas.

Por más que lo intentaba

Aquella rama se debatía con mi torpeza

Diciéndome que cesara

En mi ardua tarea.

Pero como soy tenaz

Y pocas cosas las dejo en la trastienda

Más se afanaba mi empeño en talar

Aquella rama ya seca.

Tú pasabas por allí

Tal vez, por casualidad,

Y gentilmente me prestabas

Un poquito de tu fuerza.

 Un mucho de tu sonrisa traviesa

Cual una fuente que mana

Agua cristalina y fresca.

El sol alborotando los sentidos

Se burlaba jocoso

De unas almas…

Con las puertas abiertas.

…Y me quedé suspirando

Sin saber a ciencia cierta

Si era el fuego lo que me quemaba

O la desazón de que te fueras.

 Cada vez que veo aquel árbol

Lo acaricio…

Por si dejaste en su tronco grabado

Una canción, o un poema.

 Y los Cielos me reprenden

Y este sol que hoy no me quema

Me susurran al oído…

¡No seas necia!

Que el ya tiene de por vida

En su jardín...jardinera.

 

Encarna Recio Blanco.



jueves, 29 de mayo de 2014

Presiento a veces que tu corazón...



Presiento a veces que tu corazón y el mío

 Tienen alas para volar

Y encontrarse en cualquier playa perdida.

Sospecho a veces  que tu mirada vuela hacia la luna

 Donde tantas noches alumbró nuestra locura.

Dudo muchas veces  ir a nuestras citas clandestinas

 Por temor a que me vean, las lenguas viperinas.

Me imagino a veces que tienes entre tus manos abiertas

 Mi libro de poesías,  donde sembré

 La sabia de nuestro amor  talado por las espinas.

Siento que no leyeras aquel inacabado poema

Donde te enseñaba mis heridas,  tal vez así,

Un día comprenderías el infierno de mis celos y mi agonía.

Concibo  la cadencia del viento

 Cuando leo tus misivas, desde ese mar que nos separa

Y que de pronto la brisa, me despierta otra vez a la apatía.

Temo  que la cobardía  se apodere de tus dudas

 Y te devuelva al desierto

Imbuyéndose entre arenas movedizas.

Vislumbro miles de veces al día,

El resplandor de tu mirada, tus cálidas palabras

 Que me abren el cofre donde guardo la pasión,

 Esa pasión que entre tus brazos siempre se derretía.

 Creo y confío firmemente,  que un buen día…

 Dios se apiado de nosotros ¡Vida mía!

 

Encarna Recio Blanco.