Presiento
a veces que tu corazón y el mío
Tienen alas para volar
Y
encontrarse en cualquier playa perdida.
Sospecho a veces que tu mirada vuela hacia la luna
Donde tantas noches alumbró nuestra locura.
Dudo muchas veces ir a nuestras citas clandestinas
Por temor a que me vean, las lenguas
viperinas.
Me imagino a veces que tienes entre tus manos abiertas
Mi libro de poesías, donde sembré
La sabia de nuestro amor talado por las espinas.
Siento que no leyeras aquel inacabado poema
Donde
te enseñaba mis heridas, tal vez así,
Un
día comprenderías el infierno de mis celos y mi agonía.
Concibo la cadencia del viento
Cuando leo tus misivas, desde ese mar que nos
separa
Y
que de pronto la brisa, me despierta otra vez a la apatía.
Temo que la cobardía se apodere de tus dudas
Y te devuelva al desierto
Imbuyéndose entre arenas movedizas.
Vislumbro miles de veces al día,
El
resplandor de tu mirada, tus cálidas palabras
Que me abren el cofre donde guardo la pasión,
Esa pasión que entre tus brazos siempre se
derretía.
Creo y confío firmemente, que un buen día…
Dios se apiado de nosotros ¡Vida mía!
Encarna
Recio Blanco.
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