Aquella tarde intenté ser jardinera
Trepando aquel árbol
Con calor y sin fuerzas.
Por más que lo intentaba
Aquella rama se debatía con mi torpeza
Diciéndome que cesara
En mi ardua tarea.
Pero como soy tenaz
Y pocas cosas las dejo en la trastienda
Más se afanaba mi empeño en talar
Aquella rama ya seca.
Tú pasabas por allí
Tal vez, por casualidad,
Y gentilmente me prestabas
Un poquito de tu fuerza.
Un mucho de tu sonrisa traviesa
Cual una fuente que mana
Agua cristalina y fresca.
El sol alborotando los sentidos
Se burlaba jocoso
De unas almas…
Con las puertas abiertas.
…Y me quedé suspirando
Sin saber a ciencia cierta
Si era el fuego lo que me quemaba
O la desazón de que te fueras.
Cada vez que veo aquel árbol
Lo acaricio…
Por si dejaste en su tronco grabado
Una canción, o un poema.
Y los Cielos me reprenden
Y este sol que hoy no me quema
Me susurran al oído…
¡No seas necia!
Que el ya tiene de por vida
En su jardín...jardinera.
Encarna Recio Blanco.