Hoy estoy
Como un barco sin rumbo.
Un lápiz sin tinta.
Una mente sin musas.
Unas manos vacías.
Y un corazón que grita.
Hoy si yo fuera poeta...
No sabría explicar
Por medio de mi pluma,
Lo que me pasa
Y me pesa.
Encarna Recio Blanco.
Hoy estoy
Como un barco sin rumbo.
Un lápiz sin tinta.
Una mente sin musas.
Unas manos vacías.
Y un corazón que grita.
Hoy si yo fuera poeta...
No sabría explicar
Por medio de mi pluma,
Lo que me pasa
Y me pesa.
Encarna Recio Blanco.
Madre…
Cuantas veces mi pluma sencilla se calla con miedo
Se queda sin tinta y el papel se
rompe.
Nunca pude madre estando consciente
Hacerte un poema como te mereces.
Fui la oveja negra en redil caliente.
Fui la incomprendida, la que quizás
no merece
Llevar tu apellido Blanco cual la
nieve.
Fue tu primer beso promesa, fue tu constancia mi guía,
Fueron aquellos cachetes, luz para
mis negros días.
Fuiste poniendo pontones a mis desvaríos de niña
Para que fuera muy limpia, no sólo
para ir a la escuela,
Si no para ir por la vida.
Un buen día de tu nido, voló tu paloma herida,
Y se fue sola remontando
sendas, valles y colinas.
Lejos de ti comprendió, porque tantas regañas el
¡ Ten cuidado y no corras, y heme
aquí, con mil heridas!
Ahora me paro y medito, ahora que ya no soy niña
Y me duele el corazón y me duele el
alma mía
Por no saber si llegué, a lo que
soñaste un día.
Recordé tanto a mi escuela, a mi maestra,
Y aquella farmacia fría donde yo,
aun tan pequeña,
Ya escribía mis poesías.
Poesías que siempre hablaban de lo que desconocía,
De lo que me imaginaba, de lo que
después vendría.
¡Al amor! ¡Pobre de mí! A la vida y era tan niña,
Y a esas cosa que hoy conozco, antes
que distinta las creía.
Hoy con los años se tornan en realidades tan frías,
Que te hielan las entrañas y te
aterida tus días.
Por eso añoro las cosas madre, de cuando era una niña.
Sé que el mundo me enseñó cosas que tus no sabías
Y que si las conocías, siempre tú
las silenciaste
Para no tarar mis días.
Pero como es imposible ir de buenas por la vida,
Porque los golpes te hacen abrir los
ojos aprisa.
Se endurecieron mis huesos, trabajé como tú hacías
Y esquivé las zarzas negras que a mi
paso florecían.
Y aquí me tienes, ya hecha casi una mujer, prendida
De este Mundo, más bien malo, con mi
alma más bien limpia.
Otra vez madre lo intento, pero ya ves, no es poesía,
Fueron suspiros al aire que recoge
esta cuartilla.
Otra vez madre será, cuando mis musas dormidas
Despierten…prometo hacerte la mejor de mis poesías.
Encarna Recio Blanco.
Me
faltan manos
Para
escribir.
Me
sobra mente
Para
soñar.
Me
sobra la ira.
Me
falta un cariño.
Me
sobran amos.
Me
falta un amigo.
Me
sobra tu ausencia.
Y me falta un deseo.
Me sobran amoríos
Y me
falta amor…
¡Me falta o me sobra?
¿No me
quedo a ras?
¿Ésta
mi balanza?
¡Qué
loca que está!
Que difícil se me hace escribir
estas palabras
Con la emoción en mi
pecho y un gran nudo en mi garganta.
¡Tierra de conquistadores! Pueblo noble y generoso
Con tus gentes tan
sencillas y tus campos tan frondosos.
Cuando volvemos cansados
de nuestros largos exilios.
En mis primeras
primaveras, entre trillos y entre arados.
Entre cantares quejosos de
los hombres de esta tierra.
Y las fuerzas que
labraban emigraban con tristezas.
Y nuestro pueblo quedó llorando
por las ausencias.
Pero los que estamos lejos, querido Campo-Lugar
Te llevamos en el pecho donde
el corazón está.
Y recordamos momentos difíciles de olvidar
Porque las raíces siguen
diciéndonos que ahí estas.
Cuando vuelvo me rebelo por ver tanta soledad
Muchas madres sin sus
hijos, muchas tierras sin labrar.
Y recuerdo cuando niña la alegría de sus calles
Las eras, y aquellos
trillos, con sudores y cantares.
De los hombres de esta tierra que faenaban gozosos
Para ganarse aquel pan entre
los secos rastrojos.
Lejos grité a la injusticia, me encaré con la distancia
Y la razón me decía que
volviera que ahí estabas.
Y a mi madre tan querida,
mi corazón, de ella siempre
Enamorado.
Encarna Recio Blanco.
Cantando los gallos y yo, sin dormir,
Que larga es la noche sin
tenerte aquí.
Rebusco en mi cama pero
no te encuentro,
Me consuela el alba este
sufrimiento.
Silenciosa la calle a
oscuras oteo
Sólo las estrellas están
en revuelo.
Una sombra pasa, a su
lado un perro
En sus hombros lleva un
macuto negro.
La luz de la esquina débil
parpadea
Y un gato rabioso detrás
de su presa.
Intento escribir en la
madrugada,
Pero mis musas se
esconden
Y no quieren más danza.
Cantando los gallos contando
las horas…
El alba me dice…que va
siendo hora
De irse a la cama.
Cantando los gallos y yo, sin dormir…
Que larga es la noche sin
tenerte aquí.
Encarna Recio Blanco.
Cuando me percaté
Que la vida no era un cuento
Ya era demasiado tarde
Para el lamento.
Dejé de pensar en las hadas.
En las musas, en los ungüentos.
Que no o había ni castillos encantados
Ni príncipes de carne y hueso.
Empecé a vivir de otra manera
O moriría en el intento
Aunque a veces mi mente
Se escapaba por otros derroteros.
Me encaré de frente a ella.
Dejé a un lado los sueños
Y me puse una coraza
Que me evitara el sufrimiento.
Y Aquí sigo, haciéndome la fuerte
Pero más débil por dentro.
A cada paso que doy
Otro batacazo me sale al encuentro.
¡No tengo remedio!
Encarna Recio Blanco.