La noche se queda sola con sus velos de misterios.
Cuerpos sin sueños
sucumben en tálamos de hielo.
Los aullidos de los perros me sobresaltan por el cemento,
Donde mis pasos caminan con
rumbo incierto.
Unas viejas me vigilan detrás de visillos negros,
Están rezando el
rosario, pero al verme, hacen un receso.
A un ser humano me encuentro tirado, en el frío pavimento,
Con su botella vacía, y
el corazón, por los suelos.
Mi perro acelera el paso, cuando presiente que me acerco,
A decirle que es muy
tarde y la escarcha está cayendo.
Me miró con unos ojos tan de pena que en mis adentros
Sentí miedo al
oírle unas palabras dolorosas, que reproducir
No puedo.
Entonces, mi perro empezó a ladrar, como un alma
Que el demonio lleva, de
un tirón se soltó de mi mano
Y salió corriendo por
las aceras.
¡La noche se queda sola!
Gatos, perros, en revuelo, un ser humano bebiendo vino
Como si
fuera veneno tirado…en el frío cemento.
Encarna Recio Blanco.
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