Es tu risa la sinfonía de mi río desvelado.
La cadencia sonora de una guitarra
Cuando modula una serenata.
Tus palabras son las que me nutren
Como el mejor alimento para mi alma.
Aureolas desprendes de sutiles fragancias
En el recóndito jardín que nos abraza.
Cálidas tus manos amasando mi cuerpo
Que encendido al notar el contacto,
Se abalanza en tu fuego y muy juntos
Nos fundimos como el acero.
La noche se duerme oyendo nuestra danza
De aromas y fuegos que se expanden por
Nuestra piel entre las sábanas mojadas.
El eco lejano de unas campanadas nos
Sobresalta retumba a lo lejos y nos anuncia,
Que ha llegado el fin…de tu escapada.
Encarna Recio Blanco.
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