domingo, 4 de diciembre de 2016

En los momento más inesperados (Reflexiones)


En los momento más inesperados de nuestra vida, suceden las cosas más, inverosímiles, justo cuando creemos que nuestra vida no puede ir a peor, en ese instante, en el que tiramos la toalla por la borda de nuestro barco, que está a punto de naufragar.

Entonces, nos  llega un nuevo camino, en forma de lo que sea, en el lugar más insospechado y bajo el antifaz más extraño.

Por lo inesperado, nos deja totalmente paralizados, como si el mundo antes, no hubiera existido, como si no fuéramos nada más, que ese tren, que espera en la vía adormilado, para que ese transeúnte, que quiera emprender un viaje.

Empezamos entonces a pensar, que nuestras tormentas fueron pasajeras, y que esos  malos presagios se convierten de repente en  ilusiones, con un ápice de enorme de realidad.

Las pieles gastadas se rejuvenecen, como si la vida, nos diera una segunda oportunidad, y aunque no estamos seguros de poder contra el viento, la sensación es increíble, se nos olvida la lucha contra el mundo, y aunque nunca hemos visto a Dios en persona, dibujamos sus formas en las sabanas blancas de nuestro lecho.

Cuando menos te lo esperas, surge el milagro detrás de una calle, en  forma de paloma, en alas de un destino despistado, de un corazón lleno de espinas, o entre los que circulan a tu paso, tal vez, con las mismas agonías.

Es imposible comprender el por qué de estas cosas, sin preguntar nada, entonces comprendemos, que ha llegado nuestro momento, aunque realmente seamos incapaces de saber con exactitud, cuánto nos durará esa felicidad, la Cruz del calvario, se nos antoja lejana, y en esas nubes, no queremos bajar a la tierra y todo  empieza a ser conmovedor.

En esta vida, lo que más daño nos hace, son las espinas del amor en toda su grandeza, cuando nuestros padres se marchan para siempre, cuando una enfermedad nos  fustiga, cuando nuestros hijos sufren, cuando la penuria nos persigue, y cuando ves que tu corazón, no puede más con la carga.

En los momentos más inesperados, aparece el milagro, puede ser tarde para algunos, y puede ser pronto para otros.

 El  día que tengamos que partir para siempre, pronto  o tarde, nos iremos con nuestras maletas llenas de ilusiones incumplidas, de pecados cometidos, sin pensar en esos momentos, que  sólo hay un motivo que nos pueda salvar, solo uno, y ese será, haber vivido cada día de nuestra vida, repartiendo amor.

 Encarna Recio Blanco.




sábado, 3 de diciembre de 2016

Apresaron mis manos de repente


 Apresaron mis manos de repente

Unas palomas, no quieren soltarse,

 Parecen decirme que me  afane,

En la sublime tarea de la labranza

Me exigen que confiese mis pecados,

Sentimientos, y deseos, y ellas cuales jueces

Dictarán la sentencia, si soy inocente, o reo.

 

En la cima de un roble, han posado mis manos.

 A lo lejos los zagales, vienen candando,

Hacia el tentadero, con los becerros adormilados.

Me han traído pámpanos ambarinos,

Estolones de sarmientos,

Y en sus picos, unas gotas de agua

Para que me sirvan de tintero.

 Haciendo un círculo han permanecido

Silenciosas las palomas, viendo como escribo

 Con sus plumas y el tintero

En la cima de este roble amarillento.

Les he dejado mis folios, prendidos

De este tronco y del viento,

Y  han dejado mis manos

Entre sus hijos, recién nacidos.

…Y aquí bajo éste roble sigo esperando

 Que bajen las palomas de sus nidos,

Para que me den…su veredicto.

 

Encarna Recio Blanco.






jueves, 1 de diciembre de 2016

La pasión dormía en mi cama...


La pasión dormía en mi cama

Cuando el mar se desbordó

 Bajo las sabanas blancas

Voy dibujando al amor.

El fuego ya se ha derretido

En mis cristales del alma,

Aterida me cobijo en el silencio,

 De la fría madrugada.

La melancolía me acecha

Con negra guadaña,

Por la calle de las ánimas

Cuando te vas, a tu casa.

Y espero en esa estación

Hasta que me apresa el alba,

Por si viniera ese tren

Que un mal día se llevó…

¡Mis esperanzas!

 

 Encarna Recio Blanco.





domingo, 27 de noviembre de 2016

Escalaba la empinada montaña de la vida...


Escalaba la empinada montaña de la vida sin detenerme.

Muchas veces los pies me sangraban y el sudor inundaba mi frente.

Nada me paralizaba en mi afán ni me fallaban las fuerzas

Quería llegar lo más pronto posible a la cima de mis metas.

Quise atrapar en primicia al amor cual una tigresa

Pero siempre se escapaba por la puerta trasera.

Después, quise parir un hijo y me puse en cuarentena

Lejos del mundanal ruido para que nadie me viera.

Pero no tenia marido ni amante que fecundara mi tierra

Cuando me vine a dar cuenta estaba seca mi huerta.

Después me puse a estudiar lo que en la universidad no enseñan

Y me dijo el profesor que eligiera otra carrera.

 Por ella circulé de prisa con una enorme cartera

Llena de medicamentos que no curaban mi impaciencia.

Después me puse a escribir noche y día sin parar

Como un molino de viento sin granos que machacar.

Después hice muchas cosas  que no puedo enumerar

No paraba ni un segundo en mi loco deambular.

Pero heme aquí preguntándome si alcancé alguna de ellas

Cuando tengo en la frente mil surcos y el corazón con cadenas.

 Cuando ya se me fueron los sueños y de mis ojos sólo pende la pena

Cuando ya de mis labios los besos escaparon de su madriguera.

 Es muy corta la vida, muy corta para tanta faena

Cuando vienes a hacer el recuento la sepultura te espera.

 Y es entonces cuando piensas, que te falta vivir dos o tres vidas más

Para conseguir… lo que pendiente se queda.

 

Encarna Recio Blanco.


 


sábado, 26 de noviembre de 2016

Aquel indigente me miró...


Aquel indigente me miró, y yo sólo le dejé unas cuantas monedas del color de las palabras.

Traté de resguardarlo de la escarcha junto a aquella farola desgranada, agradecido, me dio unos cuantos tesoros que tenía dentro de su chaqueta desgastada, la foto de su madre, y de aquella enamorada,  que lo dejó un día, porque quiso volar y no la dejaban.

 Bebimos, bebimos  juntos en un vaso de papel y  entonces, una guitarra por los aire sonaba, tocaba aquella canción que juntos escribimos, bajo la luna, que extrañada,  jugaba al escondite con nosotros, en mitad de la plaza.

 Pusilánimes las sombras, a nuestro lado pasaban sin detenerse ante el alba, que ya se asomaba.

  Aquel indigente me abrió muchas puertas que tenía cerradas y al despedirme, me dio la llave para que yo las guardara.Un beso en la frente y un hasta nuca, musitó tristemente.

 Lo vi marchar por el callejón de los suspiros cabizbajo, entre las sombras amilanada de la noche, quise correr tras de él, acompañarlo en su peregrinar, pero no pude, no pude, se interpuso el viento, que me devolvió al mundo de los solos.

 

Encarna Recio Blanco. 




viernes, 25 de noviembre de 2016

En el rincón de los sueños...


 En el rincón de los sueños

En las Ondas del amor

Cada noche nos reunimos

Ustedes y yo.

 Mi alma les presto

Mi corazón y mi voz

Y entre música y poemas

Soñamos con el amor.

Juntos intercambiamos

 Melodías y sentimientos

 Alumbrados por las estrellas

 Que arrían en los Cielos.

Se mecen en el horizonte

Muchos corazones perdidos

Y en las Ondas encontramos

Para remitirlos.

Hablamos de historias

Que no sean escritos

De imposibles amores

Que no se han vivido.

Dejen las ventanas abiertas

 Los corazones, de par, en par

Que mi voz quiere regalaros

En estas noches…

¡El Amor y la Paz!

 

Encarna Recio Blanco.