Escalaba la empinada
montaña de la vida sin detenerme.
Muchas veces los pies
me sangraban y el sudor inundaba mi frente.
Nada me paralizaba en
mi afán ni me fallaban las fuerzas
Quería llegar lo más
pronto posible a la cima de mis metas.
Quise atrapar en primicia al amor cual una tigresa
Pero siempre se
escapaba por la puerta trasera.
Después, quise parir
un hijo y me puse en cuarentena
Lejos del mundanal
ruido para que nadie me viera.
Pero no tenia marido ni amante que fecundara mi tierra
Cuando me vine a dar
cuenta estaba seca mi huerta.
Después me puse a
estudiar lo que en la universidad no enseñan
Y me dijo el profesor
que eligiera otra carrera.
Por ella circulé de prisa con una enorme cartera
Llena de medicamentos
que no curaban mi impaciencia.
Después me puse a
escribir noche y día sin parar
Como un molino de
viento sin granos que machacar.
Después hice muchas cosas que no puedo enumerar
No paraba ni un
segundo en mi loco deambular.
Pero heme aquí
preguntándome si alcancé alguna de ellas
Cuando tengo en la
frente mil surcos y el corazón con cadenas.
Cuando ya se me fueron los sueños y de mis ojos sólo pende la pena
Cuando ya de mis
labios los besos escaparon de su madriguera.
Es muy corta la vida, muy corta para tanta faena
Cuando vienes a hacer
el recuento la sepultura te espera.
Y es entonces cuando piensas, que te falta vivir dos o tres vidas más
Para conseguir… lo
que pendiente se queda.
Encarna Recio Blanco.