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domingo, 27 de noviembre de 2016

Escalaba la empinada montaña de la vida...


Escalaba la empinada montaña de la vida sin detenerme.

Muchas veces los pies me sangraban y el sudor inundaba mi frente.

Nada me paralizaba en mi afán ni me fallaban las fuerzas

Quería llegar lo más pronto posible a la cima de mis metas.

Quise atrapar en primicia al amor cual una tigresa

Pero siempre se escapaba por la puerta trasera.

Después, quise parir un hijo y me puse en cuarentena

Lejos del mundanal ruido para que nadie me viera.

Pero no tenia marido ni amante que fecundara mi tierra

Cuando me vine a dar cuenta estaba seca mi huerta.

Después me puse a estudiar lo que en la universidad no enseñan

Y me dijo el profesor que eligiera otra carrera.

 Por ella circulé de prisa con una enorme cartera

Llena de medicamentos que no curaban mi impaciencia.

Después me puse a escribir noche y día sin parar

Como un molino de viento sin granos que machacar.

Después hice muchas cosas  que no puedo enumerar

No paraba ni un segundo en mi loco deambular.

Pero heme aquí preguntándome si alcancé alguna de ellas

Cuando tengo en la frente mil surcos y el corazón con cadenas.

 Cuando ya se me fueron los sueños y de mis ojos sólo pende la pena

Cuando ya de mis labios los besos escaparon de su madriguera.

 Es muy corta la vida, muy corta para tanta faena

Cuando vienes a hacer el recuento la sepultura te espera.

 Y es entonces cuando piensas, que te falta vivir dos o tres vidas más

Para conseguir… lo que pendiente se queda.

 

Encarna Recio Blanco.