En
noches, de madrugada
Cuando
sólo hay silencio.
Calma
la sed la esperanza
De que
vuelvas a mi lecho.
Recapitulo labranzas
Con
pensamientos certeros
De
capitanes de barcos
Que
perdieron sus veleros.
A la aurora la he rogado,
Que
mande diez mandamientos,
Y que
amarte sea uno,
Y que
se repita luego.
La piel es mi testimonio.
El
tatuaje del alma.
Y la
cruz que llevo a cuestas
Por no
saber si me amas.
Nadie entenderá lo nuestro.
La
soledad, el castigo.
Pero
seremos tan libres
Que no
supondrá un suplicio.
Calma tu sed con mi cuerpo,
Bebe
hasta que te quedes lleno
Envenéname
la carne
Y
vuelve a tomarme luego.
Nunca dejes de quererme
Que sea
tu penitencia,
Amarme
entre las sombras
Será tu
penitencia.
Y cuando todos se vayan
Y nos
envuelva el silencio,
Susúrrame
que me amas
Y hazme
creer que es eterno.
Encarna
Recio Blanco.