De
tu alegre locura enamorada.
No
soporto que agobie mi morada
La
penumbra sin labios de tu ausencia.
Necesito
de ti, de tu clemencia,
De
la furia de luz de tu mirada;
Esa
roja y tremenda llamarada
Que
me impones, amor, de penitencia.
Necesito
tus riendas de cordura
Y
aunque a veces tu orgullo me tortura
De
mi puesto de amante no dimito.
Necesito
la miel de tu ternura,
El
metal de tu voz, tu calentura.
Necesito
de ti…Te necesito.
R. León
Encarna Recio Blanco.