Trotando sin rumbo por las callejuelas,
Voy buscando
los avíos para zurcir una quimera.
Entro
en la trastienda de una mercería,
Y entre
las madejas me siento perdida.
El hilo es muy gordo no cabe en la aguja,
El
dedal se me escapa del dedo
Y mi
paciencia se sulfura.
Esas
labores ahora, me dice la dependienta,
Son tan
antiguas, que se han pasado de fecha.
Salgo de estampida de la mercería,
Y en la
acera me encuentro una gran sonrisa
La
pongo en mis labios y la paladeo
Me sabe
a pimienta y a besos.
Encadenada a mi locura,
Sigo
por estas callejuelas
Sin
conseguir lo necesario para la faena
Y a
cuesta sigo con mi quimera.
Me cuelo en la iglesia, y enciendo una vela
Para
que me alumbren mis pobres seseras.
Cansada me adentro en una taberna,
Y entre copa y copa recito poemas.
La
noche cabreada me dicen que quiere dormir.
Que
también me vaya a la cama a dormir
La
tajada.
Encarna Recio Blanco.
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