En el mundo que vivimos, a veces, la realidad se camufla en un traje caro y de marca, en un deportivo amarillo, o en un yate con banderas de colores, y que en verdad, lo que esconden dentro de tanto oropel son falsedades, conspiraciones, disimulos, tramas malsanas y apariencias ficticias que engañan y esconden lo que en realidad son.
A
veces, encontramos a nuestro paso a personas que creemos son bondadosas,
generosas, amables, cordiales en fin, como si fueran angelitos andantes, o
animales con la pesada carga, pero en realidad no es así, dentro se esconden
los que son capaces de todo lo malo, que podamos imaginar.
Hay
asesinos con caras nobles, políticos con sonrisas falsas, casadas poniendo las cornamentas
a sus maridos, hijos que matan a sus madres por la droga, violadores, egoístas,
marginados y los que llevan adosados la metralla a sus espaldas.
Detrás de muchas acciones se camuflan intereses ruines, protagonismos, y mirando siempre hacia sus intereses personales. Cuando advierto en esas caras los disfraces, paso de puntillas junto a ellos para no respirar ni le aire que de sus pulmones emanan.
Vemos
a señoras con las pieles hasta el cuello, llevan a su lado a la sudamericana que le sirve de burra de
carga, que entran en la iglesia, con el alma
negra para lucir tan solo, sus esmeraldas.
También veo y me adoso, al bohemio que sonríe sin poseer nada, en el balcón de la tarde se sienta, cantando con su humilde guitarra. También pasan a mi lado personas buenas, claro está, amables, entrañables que con las limpias sonrisas en sus caras intuyo lo que en sus corazones atesoran. A la joven que espera impaciente con el amor en su mirada, a que aparezca su amor por las calles empedradas, me emociono al verla y me recuerda mis esperas.
A los ancianos que vienen cansinos con sus fuerzas desgastadas, aunque llevan prendidos el amor y la soledad entre el bastón que sostienen sus piernas cansadas. En el mundo en el que vivimos, la realidad puede ser muy diferente de los que van promulgando con acciones y palabras, lo contrario que ellos hacen en sus guaridas malsanas.
Hay
que ser muy sagaz para percibir en esas personas que pasan a tu lado, si es
falso o limpio, como el agua clara, al que camina a tu lado, sin caretas falsas.
Encarna Recio Blanco.
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