...Y oyendo esta
música… ¿Quien no se estremece?
Esta música que te
recuerda, cuando él te dijo que te quería bailando.
O cuando los poetas
escribieron versos de amor y de historias, capítulos de la vida que se incluyen
en memorias.
Los autores de
canciones caminaron sin medida, para contar experiencias de mil historias
vividas.
Los transeúntes
cansados, relataron sus leyendas, y en las memorias nos quedan fabulas que son
eternas.
Todos tenemos
algo que contar de nuestra vida, momentos y circunstancias, que cambiaron las
salidas.
A veces pedir al
tiempo que recuerde nuestro andar, me parece insuficiente para volver a empezar.
Podemos estar
muriendo a los dos años de edad, y rozando los sesenta empezamos a bailar.
Llorar por lo que no
hicimos, y que no haremos jamás, en lo que hubiera pasado si me dejase llevar.
Cuando esa que
es la muerte, viene a rendirnos sus cuentas, se nos llena de repente el alma de
reprimendas, entonces, sacamos las facturas que no quisimos pagar, y los años
de condena, se pueden multiplicar.
Y yo pienso que
el delito que tengamos que pagar, es mejor pedir disculpas, que el permiso para
andar.
No pienses en
el mañana, ni en el pasado tampoco, solo espero que la muerte, cuando diga de
venir, me traiga muchas facturas y muy poco que decir.
Me mirará sonriente
porque mi condena es larga, pero me quedaran los recuerdos para poder
compensarla.
Porque los trenes son
muchos los que pasan por aquí, y jamás yo me arrepiento porque siempre,
los cogí.
En esto de dar
consejos, yo no soy la gran experta, pero de vivir si entiendo, porque la historia
y la vida, te dan siempre una respuesta.
Encarna Recio Blanco.
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