Te
escribo, como tantas veces lo hago. No te imaginas que noche, tras noche, sueño
contigo, aunque no estés a mi lado.
No
soy tan joven como creía, y eso lo pensaba ayer en este mismo lugar, hoy me he
dado cuenta que los días pasan, y que nosotros pasamos con ellos, quemando a
cada momento etapas de nuestras vidas, que tal vez, no volverán.
Estoy
segura, que todas serán diferentes, pero no quiero que nuestros mejores años
pasen sin que reparemos en ellos, no podemos dormir y despertarnos cuando ya
sea demasiado tarde.
Dame alas
para volar a tu lado, aunque estés muy lejos, en la distancia te veo, con los
brazos abiertos.
Dame
tiempo para aprender de lo vivido, para luchar por nuestro amor y saber con
quién nos enfrentamos, para correr y llegar, a la morada de nuestra felicidad
que el destino, nos regala.
Dame días
de alegrías y despreocupaciones, dame cielos que aunque sean negros, yo sabré
tornarlos azules, sin nubarrones, noches juntos y despiertos a la luz de las
velas, fuegos inmensos que yo avivaré, con la pasión de mis besos, largos
paseos por el fin de los malos tiempos, allá donde nadie ni nada, pueda
interrumpir los momentos que viviremos.
Dame frío
de madrugada, para que dormida pueda encontrar el calor de tu cuerpo, déjame esta noche que sueñe despierta a tu
lado, para siempre.
Porque si
te marchas, si no me das alas, si carezco de tiempo, si no tengo días, ni
cielos, ni noches en vela, si ni siquiera tengo sueños, no podre saber, lo que
me quieres, y lo que te quiero.
Encarna Recio Blanco.
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