Ibas del brazo
de otra…pero a mí, no me importó.
Tocaban a la
novena de María Encarnación,
Y las beatas
miraban el saludo de los dos.
A murmurar empezaron con sus lenguas afiladas
Diciendo que
era un descaro la miraba que te echaba.
Que ya
llevabas del brazo a tu esposa Salustiana
Y que aunque
era muy fea, ¡La pobre!
Era una buena
muchacha.
Yo iba con minifalda, una blusa de lamé,
Y las pestañas
postiza que me compré en Marrakech.
Relucía mi
sonrisa más que los soles del Cielo,
Porque portaba
mi alma más limpia que los luceros.
La culpa fue del destino que se encontraba en las ánimas,
Tan aburrido y
hastiado como las negras beatas.
Me hizo tilín
tu mirada, me gustó tu porte fino,
Y pensé para
mis adentros ¡Podría ser mi marido!
Pero como eras de otra…no quise seguir hurgando.
Me planté mi
dignidad y me fui de allí, pitando.
Me subí a mi
palomar donde no tengo palomo,
Pero que puedo
escribir…lo que me salga del moño.
Encarna Recio Blanco.
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